Expansión Mujeres: ¿Es necesario tener una organización que agrupe a mujeres empresarias, por qué no unirse en una organización mixta?
Sonia Garza: Yo me lo he preguntado muchas veces, porque también soy consejera nacional de la Coparmex [Confederación Patronal de la República Mexicana] y otros organismos empresariales, pero la verdad es que, al estar agrupadas las mujeres que conocemos nuestra problemática, somos un ecosistema que nos ayudamos y nos impulsamos. Cuando entré hace 25 años, tenía muchas dudas y quise profesionalizar mi empresa y, cuando entré a tomar cursos de capacitación, no te puedes creer lo que nos decían en estos cursos: que teníamos que pensar como hombres si queríamos que nuestros emprendimientos fueran exitosos o que, para tener credibilidad, teníamos que vestirnos como hombres. Y creo que fue una de las cuestiones por las que se crearon estos suits, estos trajes de hombre masculinizados y que nos impedían de alguna manera reconocer nuestro valor como mujeres.
Cuando llegué a la primera reunión de la AMMJE a la que me invitaron, hace 25 años, me quedé impactada y dije: de aquí soy. Me reconocí en todas esas mujeres que batallaban tanto por sacar sus empresas adelante, por tener la credibilidad, por tener ese doble rol de ser amas de casa, madres de familia y la economía del cuidado y aparte ser empresarias, cómo hacíamos malabares para cumplir con todas nuestras responsabilidades. Si no hubiera sido por esta asociación, a lo mejor yo hubiera abandonando mi proyecto, porque no es fácil estar luchando contra todo, contra una sociedad que te dice que tus obligaciones son otras.
He estado en asociaciones de hombres y, en los inicios, yo sé que es inconsciente porque no están acostumbrados a ver a mujeres que opinen, pero cuando nosotras levantábamos la voz como que no se sentían muy a gusto de escucharnos, como que tenían un poco esto de "no, es que no has visto lo importante". De alguna manera, sin darle el valor que tenía la palabra de la mujer. Ahora los tiempos han cambiado, pero no creas que tanto, falta mucho camino por andar y creo que una asociación de mujeres nos da la certeza de que vamos bien, de que no eres la única que tiene dificultades y de que a pesar de ellas puedes sacar a tu familia o a tu negocio adelante. Una asociación como AMMJE puede ayudar, sobre todo, en una situación muy importante: si no estuviéramos aquí y no conociéramos la problemática de las mujeres, no hubiéramos firmado estas alianzas tan importantes con Konfío o Afirme.
EM: ¿Por qué falta esta representatividad de las mujeres en las cúpulas empresariales, aunque algunas ya tengan áreas de equidad de género?
SG: Yo estoy en varias organizaciones y representó a la AMMJE en otras y, aun cuando se han abierto varias direcciones, que primero era equidad de género y ahora es inclusión, aunque lo traemos en el papel y el discurso, no se opera en la vida real. Simple y sencillamente un dato: somos el 51.2% de la población, ¿cuántas mujeres presidentas de un organismo empresarial conoces? ¿O cuantas gobernadoras tenemos? ¿O si te dicen cuáles son las principales empresarias, cuantas se te vienen a la mente? Y ese ejercicio yo lo hice aquí en Nuevo León, porque es un estado muy difícil, donde la incursión de las mujeres en este sector no es tan fácil. Y otra cosa: las mujeres no tenemos tanto tiempo después de toda la carga laboral que traemos, de la carga de la economía del cuidado, [y por eso] ya no nos queremos meter tanto a cambiar otras cosas que creemos que son necesarias. Me decía un empresario: “invito a mujeres para que sean consejeras y no quieren”. Mira, no quieren no porque no quieran participar, pero la verdad es que no tenemos tiempo, nuestro día tiene 24 horas y si dedicamos 7.5 horas del día a los cuidados y luego a nuestra empresa y luego a crecer de manera personal, la verdad es que nos quedamos sin tiempo.
Todavía falta mucho por hacer. Todavía hay empresas que te piden examen de no gravidez, que al contratarte te preguntan si tienes planes de casarte o tener familia. Las pymes han sido muy afectadas y las empresas de mujeres más, precisamente porque tuvimos que regresar a nuestras casas porque nuestros hijos no iban a la escuela o porque, si tenían que despedir a alguien de una empresa, a la que despedían era a la mujer. O porque sencillamente tuvimos que renunciar al trabajo por las responsabilidades que nos pedían a gritos volver a casa.