EM: ¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto trabajo conseguir créditos para sus empresas y cómo les ayuda la asociación?
SG: Uno de los principales problemas que nos encontramos al emprender es el financiamiento. Como te dije, 89% de las empresas de mujeres empieza con el patrimonio familiar y las mujeres más que los hombres tenemos miedo a usarlo porque no sabemos cómo nos va a ir. Empezamos a buscar con quién aliarnos y tuvimos dos alianzas estratégicas muy importantes. Una con Afirme, que nos hizo un traje a la medida, y luego vimos otras necesidades, a medida que vamos avanzando. A nosotras a veces nos daba miedo poner algo en garantía, como las escrituras de tu casa o tu carro, porque como es el patrimonio familiar te aterra hacerlo. Ahora no solo estamos con el financiamiento, también estamos enfocadas en conseguir capacitación y asesoramiento para que no te dé miedo solicitarlo y sepas cómo hacerlo.
EM: ¿Qué tenemos que hacer para que más mujeres estén al frente de empresas familiares?
SG: En Nuevo León, por ejemplo, las grandes empresas no las lideran las mujeres de la familia, falta mucho y es una tarea muy importante tanto de ustedes [los medios de comunicación] como de nosotras. Hay que señalar cuáles son las ventajas de tener a las mujeres en la toma de decisión y las ventajas están nombradas por muchos organismos internacionales y nacionales: las mujeres aumentamos el 17% de la productividad y el 21% la rentabilidad de las empresas, sabemos hacer buenos equipos, sabemos trabajar bajo presión, generamos equipos más colaborativos, somos más cumplidas con los pagos… La verdad es que creo que falta visibilizar todas estas ventajas de que una mujer pueda ser la jefa de su empresa. Alguna gente se ríe del término Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas, pero imagínate en el contexto en el que se formó, cuando las mujeres no eramos ni jefas ni dueñas de nada. Nombrarnos así era un autorreconocimiento de que tú puedes, tú sabes, tú debes, aviéntate. Yo creo que eso es lo que ahora se requiere, normalizar más la mujer en puestos de toma de decisión. No hay de otra, por más que hablemos de inclusión, de igualdad, de diversidad, nos falta un tramo grande por recorrer. Pero vamos avanzando, hemos tenido logros.
EM: Señalas que la palabra jefa es muy poderosa y parece que a las mujeres ni siquiera les ha dado tiempo a aprovecharla, porque con el cambio de paradigma en el liderazgo, ya no hablamos de jefes o jefas sino de líderes. Pero, mentalmente, la palabra ‘jefa’ crea una imagen distinta, ¿no?
SG: Fíjate que sí la crea y me gusta. Me han dicho que cambiemos el nombre de la asociación en este mundo de igualdad e inclusión en el que ya no hablamos de jefes… Pero es que para las mujeres todavía significa mucho esta palabra. Para ellos a lo mejor no les gusta tanto, les causa cierto ruido, pero para nosotras, que nos falta mucho trabajo por hacer en el autorreconocimento, es muy significativo. Es increíble que aún en estas épocas hay mujeres emprendedoras o empresarias que ni siquiera se reconocen, que dicen que apenas están empezando cuando llevan ya dos años y viven de lo que el negocio les da.
Tienen miedo a la formalidad porque no saben cómo, pero también que estén en la informalidad significan que no tienen derecho a financiamiento, está relacionado a bajos sueldos, no tienes las ventajas que la ley te ofrece… Nosotras solo aceptamos a mujeres legalmente constituidas, pero nuestra reflexión ahora es preguntarnos qué estamos haciendo con las otras, que tanto nos necesitan. En 2022 a través de estas alianzas que estamos formando queremos llegar a impactar a un millón de mujeres. El IMCO [Instituto Mexicano para la Competitividad] nos dice que de la población económicamente activa de las mujeres, representamos las emprendedoras representamos el 26% y, de ellas, el 82%, que significan 4,286,000, operan en la informalidad. ¿Crees que es difícil que podamos impactar a un millón de mujeres, para que formalicen y les pierdan el miedo? Nosotras lo vemos como una gran alternativa. Si quieres un país con oportunidades para todos, lo que necesitamos es sumar y apoyar a este porcentaje de población que tenemos desprotegida.
EM: ¿Crees que el teletrabajo se puede convertir en un arma de doble filo teniendo en cuenta que al final las mujeres son las que se siguen haciendo cargo del hogar y los cuidados?
SG: La verdad es que este trabajo es agotador, pero hay que diferenciar el trabajo como empleada y como empresaria. Cuando trabajas como empleada, que te exigen porque creen que tienes todo el tiempo porque no te mueves y te absorbe más el trabajo de la empresa y además la casa, pues sí, la verdad es que es un arma de doble filo, pero si es tu negocio el que estás operando, es una ventaja. Pero lo que tenemos que hacer es trabajar en nuevas masculinidades, en poder tener un equipo de colaboración en la casa. ¿A mi qué es lo que me ha permitido salir adelante y crecer? Pues que tengo un equipo de ayuda y soporte y que a la familia le tengo asignados el rol a cada quien, si no yo no podría. Esa es una de las problemáticas que enfrentamos las mujeres y que nos detiene a que sigamos creciendo, esa carga laboral cuando no hemos creado equipos colaborativos en la casa. En las nuevas generaciones, tanto las mujeres como los hombres vienen con otras ideas más revolucionarias.
En una plática, me comentaron al final: es que mi novio dice que no se va a casar con una mujer que trabaje. Pues, oye, hay muchos hombres con los que te puedes casar, elige otro con el que puedas crear una sociedad conyugal que te permita crecer y que no te limite a ser una esclava de nadie ni de tu casa. Esto es algo que limita a las mujeres, que no tenemos mucho tiempo y que la carga y la cultura nos limita para seguir creciendo. Y la única manera es que tanto ustedes, los medios, como nosotras en la asociación, visibilicemos esta problemática. Tenemos que lograr sociedades, comunidades y hogares más colaborativos, donde el trabajo de la mujer se valore, pero también el hombre tenga que meter el hombro. Los hijos y la casa también son suyos.