Yo estudié Economía en la Ibero, luego consultoría estratégica en el Ipade. Y como estoy convencida de que en este sector tienes que estar particularmente preparada, he tomado tiempo para actualizarme e hice un par de diplomados en la Escuela de Negocios de Harvard [en inversiones alternativas y liderazgo en finanzas].
Mi camino profesional comenzó en Bain & Company, una empresa que se dedica a dar consultoría sobre temas de gestión a organizaciones. Estuve dos años ahí y aprendí mucho, como el trabajo en equipo, dar el mejor servicio al cliente y buscar que mi trabajo fuera de excelencia: es decir, a dar A+B y no solo A. Me acostumbré a sobrepasar las expectativas.
Después recibí varias ofertas de trabajo, pero me decidí por IBM porque siempre escuché que era una buena empresa para ser mamá y yo ya planeaba serlo en ese entonces.
En esos años me convertí en madre y pude conjugar bien como mujer y mamá trabajadora. Tengo dos hijos: uno de 17 años y una de 13 y sé que lograr el equilibrio entre mi vida personal y el trabajo tuvo que ver con que mi esposo me ha apoyado como esposa, ejecutiva y madre. La repartición de cuidados y responsabilidades siempre fue pareja, lo que me permitió tener tiempo suficiente para concentrarme en mi trabajo siempre que fue necesario.
En ese entonces, en 2005, trabajaba como ejecutiva para atender a clientes en IBM y luego como manager de soluciones financieras, ahí también aprendí de grandes perfiles a buscar oportunidades de inversión al tiempo que me preparaba para hacerme senior.
Después de ocho años llegué a IGS y ya no me fui. Primero fui responsable de las relaciones con inversionistas por cuatro años, hasta que en 2015 se formalizó y me dieron la Dirección de Control y Gestión de relación con inversionistas, que tuve por dos años.
En 2017, en medio de una reestructura interna, me hicieron directora de Finanzas, un área completamente nueva, pero no dejé de gestionar en ningún momento la relación con los clientes.