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Mujeres indígenas, la otra cara de los cuidados no remunerados

En el caso de este sector de la población, las labores de cuidados se extienden a tareas comunitarias como la organización de fiestas patronales o limpieza de centros de salud.
lun 20 septiembre 2021 05:06 AM
Mujeres indígenas, otra cara de los cuidados no remunerados
Mujeres indígenas, otra cara de los cuidados no remunerados

El llamado 'trabajo de cuidados' implica, normalmente, atender a personas adultas mayores, a quienes padecen enfermedades crónicas y a la gente con discapacidad. Pero en el caso de las mujeres que pertenecen a grupos indígenas, estas labores se extienden a sus comunidades. Esto implica una larga lista de ocupaciones añadidas, como "limpiar los centros de salud y organizar las procesiones y las fiestas patronales de sus poblados", indica en entrevista Celia Aguilar, directora de Planeación y Evaluación del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

Las mujeres en México hacen tres veces más trabajo de cuidados no remunerado que los hombres, añade Aguilar, cuando estas tareas deberían ser compartidas por las y los integrantes de una familia y de una comunidad.

Felicitas Martínez es una lideresa de Guerrero que desde hace 20 años lucha por la impartición de justicia y la salud de las mujeres. Fue fundadora (junto a Martha Sánchez y Hermelinda Cayetano) de las Casas de Salud para las Mujeres Indígenas y Afromexicanas, creadas para prevenir la muerte materna y defender los derechos sexuales y reproductivos.

La lideresa indígena es originaria de la localidad Potrerillo Coapinole, en el municipio de San Luis Acatlán, y fue la primera mujer en asumir la titularidad de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC). Ejerció el cargo por varios años de manera intermitente, pero tuvo que dejarlo para atender a sus hijas. "Soy mamá y papá al mismo tiempo, pero decidí terminar la universidad y ausentarme un poco para bajar el estrés", dice.

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A Felicitas, el trabajo del hogar le consume todo el día. Cuida a sus dos hijas de 11 y 4 años y ahora también debe usar parte de su día para supervisar sus clases en línea debido a la pandemia de COVID-19. "Es una locura esto, hacer la comida, lavar los trastes, lavar la ropa; las niñas que gritan y quieren correr, jugar, y una dice ‘yo quiero leer un libro’ y por más que tú intentas, no se puede porque al final las niñas te requieren tiempo", comenta.

Además, padece de una enfermedad crónica llamada psoriasis, que se manifiesta con un sarpullido en la piel que no tiene cura, sólo se controla. Cuenta que la pomada de 30 miligramos cuesta 980 pesos.

Actualmente tiene un trabajo temporal en un proyecto académico que consiguió en medio de la contingencia sanitaria. "Al menos ya tengo la garantía de que le voy a dar de comer a mis hijas. Tengo dinero seguro al mes y esa entrada también me facilita pagar mi tratamiento", expresa Felicitas, pero asegura que le gustaría tener tiempo para ella misma, lo cual ahora mismo es un lujo que no se puede permitir.

Cuidados: del ámbito privado al comunitario

"Las mujeres usan una enorme proporción de su tiempo en estar desarrollando trabajos de cuidado de niñas, niños, adultos mayores, enfermos y personas con discapacidad», menciona Celia Aguilar. No obstante, en el caso específico de mujeres indígenas hay una particularidad: se ha mantenido una manera de cuidar a nivel comunidad.

Gabriela Salomé es directora de Fortalecimiento a la Participación y Políticas Públicas de la Secretaría de las Mujeres de Oaxaca (SMO), entidad en donde 417 de los 579 municipios tienen sus propias formas de nombrar a las autoridades municipales. En este contexto, muchas mujeres cumplen con algunos servicios en la comunidad o con su representación política (presidentas, regidoras, síndicas o alcaldesas), "pero no necesariamente tienen remuneración", expresa. Por ejemplo, las que tienen un cargo de representación agraria no cuentan con un ingreso, y también se ven afectadas por la desproporcionada carga laboral y las exigencias que desde la misma comunidad les hacen.

"No hay corresponsabilidad familiar (…) se piensa a los hombres en ese ámbito público y a las mujeres en este ámbito privado, por ende, todo este tema del trabajo del hogar, de los cuidados de las otras, los otros… pues es atribuido a las mujeres", señala Salomé, para quien esas prácticas culturales deben cambiar.

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Chihuahua y sus cuidadoras indígenas

La falta de acceso al empleo que viven las mujeres indígenas en México vuelve mucho más complicada su realidad, señala José Nabor, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

"Del promedio nacional, 76% sigue reportando situación de pobreza; de ese total, 41% se encuentra en situación de pobreza moderada y 35% en pobreza extrema, es un tema que desafortunadamente aún sigue prevaleciendo de manera importante", contextualiza Nabor.

Que las mujeres indígenas no tengan acceso al empleo no sólo afecta los niveles de pobreza, también repercute en los trabajos de cuidados, pues la mayoría de ellas se dedica a estas labores de manera informal y sin remuneración. Y existen indicadores que permiten visualizar las brechas sociales que viven las mujeres indígenas, como que 57% está integrada a la población económicamente activa contra 87.5% de hombres indígenas.

Rosalinda Guadalajara y María García son dos mujeres indígenas que narran sus experiencias en busca de una mejor vida en Ciudad Juárez, Chihuahua, una ciudad a la que llegaron en calidad de desplazadas.

Al poniente de la ciudad fronteriza con Estados Unidos, y sobre las faldas de un cerro, emergió un asentamiento que tiene aproximadamente 25 años de antigüedad, de acuerdo con la investigadora Martha Estela Pérez . Se convirtió en el hogar de 97 familias rarámuris y es conocido como la colonia tarahumara.

Rosalinda Guadalajara es originaria de la localidad Tehuerichi, aproximadamente a 559 kilómetros de esta colonia, y vive ahí desde hace 26 años. Ella fue siriáme (gobernadora) durante siete años, pero desde hace cuatro trabaja en el Instituto Municipal de las Mujeres (IMM) motivada por seguir ayudando.

Ahí su tarea principal es ser el enlace con las comunidades desde la coordinación del área de atención indígena y siempre tiene en mente el bienestar de la comunidad, en especial de la rarámuri. "Hay que hacer acompañamiento, dar consejos a la familia. Tienes que fungir como psicóloga, como asesora, como intermediaria en cuestiones de educación, la salud, falta de viviendas, o cuando tienen un problema legal", explica en entrevista.

Ella describe el trabajo como un cargo complejo sin una remuneración. "Gastas tu propio recurso para hacer todas esas clases de trámite, el acompañamiento que se requiere a la comunidad o alguna familia", dijo.

En los hogares indígenas de Chihuahua, las mujeres son mayoría. En la entidad hay 79 mil 374 frente a 78 mil 297 hombres, según los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020 .

Muy cerca de la colonia tarahumara está la ampliación Plutarco Elías Calles, donde se ubica una parte de la comunidad mixteca de Oaxaca que ha emigrado a Ciudad Juárez. Ahí, María García representa, desde hace tres años, a las personas de San Andrés Montaña, y es integrante de la Red de Pueblos Indígenas de Juárez (RPIJ).

En entrevista frente al puesto de tacos donde trabaja narra que en la colonia que se formó hace 30 años, ahora habitan alrededor de 40 familias.

Considera que las labores de cuidado son una responsabilidad comunitaria o familiar. Cuenta que cuando una persona mayor está enferma y requiere atenciones específicas, «los hijos se tienen que hacer responsables de los papás o del familiar que esté… o sea, en nuestras costumbres no los abandonamos. Si el papá es mayor, si tiene algún problema, la familia es la que se hace cargo».

Pero los cuidados no sólo deben recaer en la comunidad. Para esta representante también es fundamental que regresen programas que brinden información y atenciones en cuestión de asistencia a la salud. "Yo tengo que cubrir las necesidades que tenga mi comunidad, pero ojalá que algún día sean escuchadas. A lo mejor son sueños, pero un día se puede lograr", dice.

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