Margarita Camacho salta de la cama en cuanto el reloj marca las 4 de la mañana. Tiene que preparar el desayuno, planchar su ropa y empezar a trabajar. Lo hace para ella y su hija, que tiene diabetes tipo 2. "Ahora [con la pandemia], sin traslado, igual me paro a las 5 porque sus necesidades son muchas y no tengo dinero para contratar a una enfermera", dice esta emprendedora, que vende maquillaje a través de plataformas de comercio electrónico.
Camacho forma parte de la estadística, que muestra que las mujeres dedican 40 horas a la semana a estas actividades no remuneradas, aunadas a las 37.9 que le dedican a un empleo pagado, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT). Y la situación empeoró con la pandemia.
El Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) asegura que el trabajo de cuidado no remunerado recae en mujeres jóvenes y adultas principalmente. Ellas se encargan de proveer tiempo, recursos monetarios y cuidados a niños, adultos mayores, enfermos y las personas con discapacidad.