Fragoso ha remado a contracorriente desde que era niña, pero en la universidad esto fue más evidente. En su generación era la única ingeniera y con algunos de sus profesores se enfrentó a dos circunstancias: acoso o humillación.
“Desde que era estudiante fue muy complicado. Hoy se ven movimientos que levantan la voz para denunciar y es algo muy positivo, pero yo no tuve la fortuna de hacerlo, viví acoso en todos los sentidos”, comparte la ingeniera egresada de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.
La profesionista recuerda que, aun cuando estaba embarazada de ocho meses, eso no evitó que uno de sus profesores la acosara bajo la condición de aprobar en su materia.
Con el paso de los años al entrar al mercado laboral, la experiencia de Angélica no mejoró, por el contrario, en los empleos que conseguía se encontraba con superiores que, si no la hostigaban, trataban de humillarla o minimizar su trabajo.
“Esta industria es muy contradictoria. En la universidad te dicen que debes ser fuerte, mostrarte valiente, pero al salir tus opiniones no son válidas, menos si te sientas en una mesa con puros hombres. Esto no lo vivo solo yo, muchas mujeres están en la misma situación y callan por miedo a perder su trabajo”, dice la senior project manager de 37 años.
El mercado laboral es desigual para las trabajadoras por donde se le vea. Las cifras son contundentes: en el sector de la construcción solo cuatro de cada 10 puestos son ocupados por mujeres, en el minero la proporción es de 14 por cada 100 plazas, mientras que en el segmento de transportes es de nueve por cada 100, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Leticia Corrales define trabajar en el sector de la construcción y sus ramas como “caminar en piedras calientes”, porque las mujeres se enfrentan a diversos retos solo por una condición de género que empieza desde la educación.
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“Por evitar acoso o un tipo de malinterpretación no te acercas a tus profesores en la universidad, eso te limita educativamente porque no tienes el mismo acceso que ellos, entonces te vuelves fuerte y buscas aliados en tus compañeros. Es una violencia simbólica porque interiorizas que debes demostrar que mereces estar ahí, cuando tienes derecho a las mismas oportunidades”, manifiesta la ingeniera civil.
A sus 38 años, la gerente de compras, subcontratos y abastecimientos es consciente de todo lo que deben enfrentar las mujeres en esta industria, pues no solo se topan con una mayoría de hombres ocupando altos puestos directivos, también a techos de cristal que muchas veces son de hierro y no se pueden romper por mucho que ellas trabajen para hacerlo. “Así funciona el molde, pero debemos derribarlo”.