El cambio ha supuesto, además, un incremento en la calidad de la producción, que ha subido 6%, hasta 96%, un punto por encima del promedio de otras líneas, que es de 95%. Además, la eficiencia operativa mejoró 2%, por encima del 1% general y mantiene la eficiencia general de la línea en 90%, al igual que el promedio nacional.
“Los primeros días fueron algo nuevo para mí, pues nunca había trabajado sólo con mujeres. Fueron días de adaptación y aprendizaje para todas. Hemos ido construyendo un ambiente de confianza en el que podemos compartir aprendizajes y experiencias. Me gusta mucho trabajar con ellas”, agrega Castillo.
La línea se ha reconvertido de forma completa: la maquinaria está pensada en la fisonomía de las mujeres mexicanas, para eliminar riesgos ergonómicos, y la empresa también amplió e incrementó los vestidores para mujeres, inauguró una sala de lactancia y nuevos espacios de recreación.
Castillo comparte que ella y el equipo que dirige están “muy entusiasmadas” por tener la responsabilidad de un proyecto tan grande e importante para la marca. “Además, me siento orgullosa de operar una línea con alta tecnología porque, aunque no era una meta, ahora es una motivación muy grande para mí, un paso más en mi carrera profesional que he compartido con mi familia, que siempre me apoya e impulsa a alcanzar mis objetivos”.