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La curiosidad no mató al gato, lo llevó lejos

Ahora que soy mamá entiendo el espíritu protector del dicho: evitar que alguien cruce límites peligrosos, que tenga un accidente grave o que termine enganchado en alguna sustancia que arruine su vida.
mié 27 agosto 2025 06:00 AM
Ver lo que otros no ven: curiosidad, innovación y liderazgo con propósito
Necesitamos rescatar lo más humano que tenemos: la capacidad de preguntar, de dudar, de imaginar. Si logramos mantener viva esa curiosidad —en las personas y en las organizaciones— surfearemos el cambio y llegaremos mucho más lejos, apunta Fátima Masse.

Desde niña escuché infinidad de veces el famoso “la curiosidad mató al gato”. Crecí pensando que había una relación entre interesarte de más y meterte en problemas.

Ahora que soy mamá de tres, entiendo el espíritu protector detrás de ese dicho: evitar que alguien cruce límites peligrosos, que tenga un accidente grave o que termine enganchado en alguna sustancia que le arruine la vida.

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El problema es que, en esa lógica de evitar riesgos, también se puede matar una competencia clave para aprender, adaptarnos y crecer: la curiosidad.

La propia Real Academia Española la define como “la cualidad de curioso ”, o sea “inclinado a enterarse de cosas ajenas y de aprender lo que no conoce”. De hecho, me llama la atención la connotación negativa de la primera definición, con sinónimos como fisgón, entrometido, preguntón.

Aunque la definición de esta palabra ha evolucionado con el tiempo, me parece que no le hace justicia a una habilidad que es el motor del conocimiento, la base de la innovación y una de las razones por las que algunas personas aprenden más rápido que otras.

La curiosidad se refiere a esa inquietud que nos lleva a hacer preguntas incómodas, a entender cómo funcionan las cosas, a pensar más allá de lo obvio. Y en el mundo laboral es, según Forbes , un superpoder. Una característica que cualquier persona líder debe tener, puesto que permite cuestionar el estatus quo, pensar en escenarios diferentes, adaptarse a un cambio acelerado y empatizar con otras personas.

El gran problema es que muchas organizaciones, como mamás de la vieja escuela, siguen guiándose por la lógica del dicho popular. Un estudio de Harvard Business Review encontró que hay líderes que, aunque aceptan la importancia de la curiosidad, en la realidad implementan acciones que la desincentivan pues creen que dificulta la gestión y que puede generar distracciones o ineficiencias.

Con justa razón, ¡así fuimos programadas desde la infancia!

En ese sentido, escribo estas líneas no solo como oda a la curiosidad, sino también para invitarte a cultivarla desde el lugar que te toca. Si tienes a alguien en tu equipo con esa chispa, no la apagues, déjale explorar distintas aristas. Si lideras, sé esa persona que deja pensando al equipo con preguntas que no necesariamente tienen respuesta. Si estás rodeada de talento valioso, invítalo a desafiar tus propias ideas.

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En un contexto definido por la economía digital y la Inteligencia Artificial, lo único seguro es que todo va a cambiar. Por eso necesitamos rescatar lo más humano que tenemos: la capacidad de preguntar, de dudar, de imaginar. Si logramos mantener viva esa curiosidad —en las personas y en las organizaciones— surfearemos el cambio y llegaremos mucho más lejos.

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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

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