Esa carga sociocultural es la que ha alejado a muchas mujeres de los altos puestos de trabajo y de tener una mayor presencia en la dirección de las compañías, el famoso “escalón roto”. Lo más preocupante, es que estas mujeres declinan por voluntad propia a estos puestos porque les demandan más tiempo, y si hay algo que en definitiva no les sobra a las mamás es tiempo.
La elección de no ser madres de muchas mujeres obedece a un sinfín de razones, y todas ellas son igualmente válidas. Sin embargo, quienes optan por esto también experimentan una presión social tremendamente abrumadora, que muchas veces comienza desde la propia familia, principalmente cuando una mujer entra a sus treintas y parece que el reloj biológico de la maternidad da sus últimas campanadas.
Una mala mujer
Aunque cada vez los esquemas de trabajo son más flexibles y las empresas más empáticas es interesante ver que dentro de las dinámicas laborales la elección o no de la maternidad sigue presente en muchos aspectos, desafortunadamente para nosotras en prejuicios, burlas y violencias principalmente.
Hace tiempo platiqué con dos mujeres líderes de la industria financiera sobre temas de equidad y recuerdo que las dos coincidieron en que al empezar a asumir roles de liderazgo, uno de los comentarios que más escuchaban de compañeras no presentes en las reuniones era: “Uuh, ya se fue porque tiene que cuidar el niño”, “se fue temprano porque tiene que ir por los hijos”, con total burla y desenfado, cuando muchas veces ni siquiera se tomaban la molestia de preguntar si de verdad esa mujer tenía o no hijos. Quienes hacían estos comentarios (hombres) asumían que ese era el motivo por el que se iban y en caso de ser cierto, ¿no veo dónde está la gracia de asumir el doble rol de ser madre y trabajar?
Mamás perrunas
Algo similar pasa con quienes deciden no tener hijos. Las persigue un estigma de mala mujer por renunciar a la maternidad que toca todos los aspectos de su vida, incluido el ámbito laboral, porque por un lado tenemos una sociedad de dos caras con las madres: que las lleva a comer el 10 de mayo y las llena de flores; pero que al mismo tiempo les pide trabajar largas jornadas y ser exitosas, para llegar a casa y hacer labores domésticas. Esa es la misma sociedad que pone el éxito de la mujer en dos escalones: una carrera exitosa y una familia con hijos.