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Inclusión líquida. El papel esencial de las mujeres en la sostenibilidad hídrica

El plan de supervivencia de las mujeres para enfrentar la pobreza involucra tareas como limpieza, conservación, almacenamiento y preparación de alimentos, todas ellas dependientes del acceso al agua.
mié 27 septiembre 2023 06:03 AM
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Empoderarnos en la toma de decisiones hídricas es una estrategia inteligente para garantizar un futuro resiliente y justo para las generaciones de hoy y del mañana, señala Laura Tamayo.

(Expansión Mujeres) - Durante la Semana Mundial del Agua, la cual se conmemoró del 23 de agosto al 1 de septiembre pasado, se celebró una jornada que promovió el diálogo sobre los problemas globales relacionados con este vital líquido, y nos invitó a recordar su importancia en todos los aspectos de nuestra vida.

Dado que el agua es un recurso limitado y vital para la vida en el planeta, su conservación y uso responsable son fundamentales para asegurar un futuro sostenible para las generaciones presentes y futuras. Su escasez, la contaminación y el cambio climático son desafíos que tenemos que abordar continuamente para garantizar un acceso equitativo, pues la problemática se agudiza más para las mujeres.

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De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 2,100 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua de forma segura, así que estamos hablando de por lo menos 1,000 millones de mujeres sin acceso seguro a este recurso vital. ONU Mujeres estima que en aproximadamente 80% de estos casos, las mujeres y niñas son las encargadas de acarrear el líquido y son más propensas a sufrir daños en su salud ante la imposibilidad de mantener una buena higiene.

Mujeres, agua y seguridad alimentaria

Uno de los escenarios donde se ilustra con gran relevancia nuestro papel en el manejo y administración de este vital recurso es en el campo. Las mujeres representamos un promedio del 43% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo; sin embargo, las políticas sobre recursos hídricos en la agricultura continúan asumiendo erróneamente que los agricultores son hombres, marginándolas en la administración y toma de decisiones en este tema.

Según datos del INEGI, en México, el 76% del agua se utiliza en la agricultura; 14%, en el abastecimiento público; 5%, en las termoeléctricas y 5%, en la industria. Sin embargo, estas áreas están interconectadas, ya que la utilización del agua en actividades agrícolas e industriales repercute en el ámbito personal y doméstico. Las estrategias de supervivencia de las mujeres para enfrentar la pobreza involucran tareas como limpieza, conservación, almacenamiento y preparación de alimentos, todas ellas dependientes del acceso al agua.

Estos desafíos en las tareas fundamentales del hogar, en las labores agrícolas y de producción alimentaria, así como la recolección no remunerada de agua, dificultan su labor y les niegan las posibilidades de acceso a la educación y empleo. Estas oportunidades educativas y laborales son cruciales para romper el ciclo de pobreza y la persistencia de la falta de empoderamiento en las sucesivas generaciones.

Desde mi perspectiva, la discusión en torno al asunto de la disponibilidad de agua y la garantía de alimentos se desarrolla en un momento en el que se están experimentando graves sequías a nivel global. Es esencial asegurar el liderazgo de las mujeres y su participación en las políticas, iniciativas y procesos de toma de decisiones en todos los niveles en relación con el avance sostenible. Asimismo, es crucial reconocer la importancia de potenciar a las mujeres que viven en zonas rurales como agentes vitales para el mejoramiento de la agricultura y el desarrollo rural, así como para la seguridad alimentaria y la nutrición.

Para lograrlo, quisiera destacar los siguientes puntos que recomienda la ONU:

1. Reconocernos como usuarias independientes del agua, fortaleciendo nuestro liderazgo en políticas y decisiones hídricas, y ampliando competencias en planes de riego.

2. Empoderarnos en la administración de recursos hídricos y alimentos, mejorando nuestro control sobre cadenas de suministro.

3. Aliviar la carga de trabajo no remunerado de mujeres y niñas mediante tecnologías laborales.

4. Superar estigmas y discriminación de género en el acceso a recursos.

5. Mejorar el abastecimiento de agua a poblaciones desfavorecidas, especialmente a aquellos hogares dirigidos por mujeres.

6. Capacitarnos en gestión hídrica y tecnologías agrícolas.

7. Establecer medidas de rendición de cuentas, como auditorías de género, para impulsar liderazgo femenino en la gestión hídrica agrícola.

8. Fortalecer capacidad de actores gubernamentales, sociedad civil y desarrollo en abordar cuestiones de género en gobernanza hídrica agrícola.

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Reconocer nuestro papel como agricultoras, administradoras y cuidadoras del riego, así como nuestro impacto directo en la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades, es un paso fundamental hacia la equidad y la sostenibilidad

Nuestra participación como líderes no solo enriquece las perspectivas y soluciones propuestas, sino que también contribuye a abordar desafíos complejos. En este sentido, empoderarnos en la toma de decisiones hídricas es una estrategia inteligente para garantizar un futuro resiliente y justo para las generaciones de hoy y del mañana.

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Nota del editor: Laura Tamayo es Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad en Bayer México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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