Cuando el trabajo remoto no funciona
Si bien el trabajo remoto no es para todas las industrias ni actividades, el trabajo flexible sí lo es, en el sentido de que todos deberíamos ser tratados como personas responsables y con capacidad de discernimiento. Cuando hay objetivos de negocio establecidos y reglas claras, las horas en el escritorio son totalmente irrelevantes.
Y quizá es en este punto donde las empresas y los líderes fallan, más aún que los empleados que no cumplen.
Pensar en el tiempo de pandemia como un gran experimento del trabajo desde casa es una buena idea y no. Por un lado, logramos sacar ‘la chamba adelante’; por otro lado, teníamos el estrés añadido de pensar si nos íbamos a morir o no, tristes por los que partieron, aislados y al cuidado de nuestros hijos, enfermos o ancianos las 24 horas, sin respiro alguno. Sí fuimos productivos desde casa, pero no como podríamos serlo en condiciones normales.
Si las empresas toman la decisión a partir de ese experimento, no me extraña que encuentren una caída en la productividad e incluso en la colaboración. ¿Cómo hacer una buena lluvia de ideas virtual si tu esposo está a punto de ser conectado al oxígeno?
El trabajo remoto tampoco funciona cuando las personas no tienen en su hogar un espacio ideal para trabajar. Y ahí hablamos de otro tipo de factores de fondo que erosionan la productividad y que están más relacionadas con el acceso a bienes, servicios y condiciones sociales que permitan a una persona ser productiva en casa. El hacinamiento, el acceso a una buena velocidad de conexión, el ruido ambiental, entre otros, son algunos ejemplos.
Si el regreso a la oficina se plantea -honestamente- como una oferta o solución para quienes carecen de estos lujos, la cosa cambia.
También creo que el trabajo remoto no es para todos, pero no por falta de capacidad, sino porque hay quienes funcionan mejor en grupo. Para ellos debe existir la opción de la oficina.
El trabajo flexible es feminista
La razón por la que me gusta tanto el tema del trabajo flexible es que apoya particularmente a las mujeres. Y me gusta más hablar de trabajo flexible y no remoto, porque en México -y tal vez en todo el mundo- las
mujeres lideran en dos de los trabajos
que no pueden hacerse desde casa: enfermeras y maestras.
El trabajo flexible permite a las madres quedarse con sus hijos cuando enferman o ir al festival escolar, pero también lo hace posible para los padres. Si los dos tienen un empleo de este tipo, pueden dividir la labor de cuidado más equitativamente.
Hace poco, Claire Suddath, escritora senior de Bloomberg Equality, señaló que el regreso a la oficina es, en especial, una declaración de guerra a las madres.
“... los CEOs que llaman al trabajo remoto como “moralmente equivocado” (Elon Musk), una “aberración” (David Solomon), dicen que “no funciona” (Jamie Dimon) y que “la gente que trabaja desde casa no es eficiente” (Mark Zuckerberg). Estos hombres no se han dado cuenta, pero muchos empleados a los que caracterizan como inmorales y aberrantes son en realidad madres que trabajan”.