Si las mamás dedicamos nuestro tiempo a labores de cuidado no remuneradas nos eximimos de un ingreso laboral que mejora la calidad de vida de nosotras y de nuestras familias, pero nos aseguramos de que nuestros hijxs estén bien cuidados. Si optamos por un trabajo remunerado, nos desarrollamos profesionalmente y podemos ofrecerles mejores oportunidades a nuestros hijxs pero tenemos que delegar el cuidado de los hijxs en espacios y con personas que no necesariamente son profesionales de la niñez, en específico, de la primera infancia, etapa fundamental para construir la mayoría de las conexiones neuronales que nos ayudarán a desarrollarnos en la vida adulta (Pérez-Escamilla, et al., 2017).
En el marco del Día de las Madres, quiero señalar algunos datos relevantes en México respecto al dilema moral que enfrentamos las mujeres y que se refleja en una brecha de género en el mercado laboral remunerado y el desequilibrio en las labores de cuidados no remunerados.
La diferencia en la participación laboral remunerada entre mujeres y hombres es de
30.21%
. Ocho de cada 10 hombres y sólo cinco de cada 10 mujeres tienen un trabajo remunerado o lo buscan activamente. Además, las mujeres tienen mayor participación laboral en el mercado informal, en donde
54.8%
de las mujeres y
48%
de los hombres trabajan en un empleo informal. La actividad laboral informal tiene repercusiones importantes en la falta de seguridad social y ahorro obligatorio para el retiro, así como menores ingresos promedio. En específico, en el empleo informal, el salario promedio mensual de las mujeres es casi 26% menor que el de los hombres, en donde los hombres perciben
6,546 pesos
y las mujeres
4,860 pesos
mensuales promedio (ENOE, 4T2022).
¿Por qué existe una brecha de género tan grande en el mercado laboral remunerado? Porque las mujeres dedicamos más tiempo que los hombres a labores no remuneradas como el cuidado de los hijxs.
El
67.0%
del tiempo total de trabajo que realizamos las mujeres es no remunerado y
31.0%
es trabajo remunerado; mientras que los hombres sólo dedican
28.0%
de su tiempo a trabajo no remunerado y
69.0%
es trabajo remunerado (ambos sexos dedican 3.0% del tiempo a producción de bienes para uso exclusivo del hogar) (ENUT, 2019). Para ponerlo en horas de trabajo, las mujeres trabajamos
42 horas
a la semana en trabajos no remunerados, mientras que los hombres
18 horas
(cuidado de niñxs, personas con discapacidad, enfermas o adultas mayores, así como labores del hogar), es decir, ¡las mujeres trabajamos 24 horas más a la semana que los hombres en labores no remuneradas! (ENOE 4T2022).
¿Cuál sería el beneficio económico y social para México si las mujeres participaran en el mercado laboral remunerado a la misma tasa que los hombres? “…el ingreso per cápita del país sería 22.0% más alto” (
Banco Mundial, marzo 2021
). Y ¿qué pasaría en los hogares si las mujeres que realizan labores no remuneradas recibieran un ingreso? Controlando por nivel educativo y estado de residencia, la pobreza laboral, es decir, cuando el ingreso laboral del hogar no alcanza para que cada uno de los integrantes acceda a la canasta básica alimentaria, se reduciría a la mitad (
estimación de México, ¿cómo vamos?, 2022
).
Entonces, ¿cómo mitigamos el problema público de las brechas de género? Nuevamente, partiendo de al menos dos políticas públicas: el Sistema Nacional de Cuidados y promover la corresponsabilidad de las labores de cuidados en los hogares.
Respecto al Sistema Nacional de Cuidados, nos referimos a las acciones que aseguren el derecho al cuidado de las infancias (y personas dependientes como con discapacidad o adultos mayores) con la prestación de servicios de guarderías, escuelas de horario ampliado y centros de cuidado diurno (
Diccionario de los cuidados, OXFAM, 2022
y
CEPAL-ONU Mujeres, 2021
). Desde 2020, el Sistema de Cuidados se encuentra en el Senado de la República en donde, a pesar de que algunos funcionarios públicos y la sociedad civil son grandes promotores de su ejecución y que el diseño de la política pública es claro y delimitado, no hay una ruta crítica para su aprobación e implementación.