Han sido dos años en el que los directivos han sabido, o no, capitalizar y obtener el máximo provecho de la situación, no únicamente en términos de negocio, sino también para mejorar, a través de los encargados de la gestión del capital humano, en lo que al bienestar de su activo más importante respecta: sus colaboradores.
Al inicio de la pandemia, las empresas se adaptaron como pudieron a esa entonces nueva normalidad, unas con más rapidez y facilidad que otras. Hubo quienes no lo lograron. Las que sí, ahora están mucho mejor organizadas y son más conscientes de la evolución y necesidades de sus equipos, además de que, sin duda, la tecnología ha sido un factor clave para que puedan continuar trabajando de manera eficiente. Y recordemos, la tecnología es únicamente un medio entre tantos más, para lograrlo.
Con el semáforo verde por parte de las autoridades para continuar con la vuelta al trabajo presencial, a veces rechazado, en otras tantas anhelado, lo que antes era visto como un lujo o beneficio, ahora es un modelo de trabajo que la mayoría de las empresas están o han tenido que adoptar: el modelo de trabajo híbrido.
Y aunque para muchos parezca algo muy simple de adoptar, no lo es. Sobre todo, en una cultura como la mexicana, ya por no decir la latina, en la que predomina todavía en buena medida entre los que gestionan el capital humano, la creencia de “si no te veo en la oficina” es sinónimo de que no se trabaja con la misma dedicación y compromiso que como lo harían al estar físicamente en las instalaciones de la empresa.
Es, sin duda, un modelo de trabajo que requiere de mucha confianza en los colaboradores. De la voluntad de estos de entregar resultados sin importar el espacio físico donde se encuentren. De inspiración, más que motivación para hacer sentir a los colaboradores parte de un objetivo y ser agentes de cambio en su entorno, más allá de cumplir en el trabajo.
De dedicación para hacer que las tareas y responsabilidades sucedan sin importar horarios y localidades. Confianza, voluntad, inspiración y dedicación, el acrónimo de COVID-19.