Hace años que las mujeres latinoamericanas estamos ganando terreno de liderazgo. Poco a poco, vemos a más de nosotras en puestos directivos o a cargo de empresas y negocios. Y también estamos liderando emprendimientos en la región. Nuestra CEO,
Silvina Moschini,
primera mujer en dirigir una empresa unicornio en América Latina es el ejemplo más claro de la mujer latinoamericana que triunfa en los negocios.
Nos ha costado trabajo pero lo estamos logrando. Día con día y con mucho esfuerzo estamos reconquistando un lugar que, hasta ahora, parecía casi exclusivo de los hombres. El
Global Entrepreneurship Monitor (GEM)
es el estudio más extenso sobre el estado del emprendimiento a nivel mundial. En su última edición muestra que en la actualidad existen en el planeta cerca de 231 millones de mujeres emprendedoras que han logrado llevar a cabo sus negocios y esto, a pesar de la crisis provocada por la pandemia.
Por las investigaciones de GEM sabemos que el emprendimiento femenino de nuestros días tiene mayor fuerza en Oriente Medio, África y América Latina. En esta última región, Colombia, Panamá, Guatemala y Chile, son los países con más mujeres emprendedoras.
Aún así, y con este dato positivo que nos revela el GEM, hay que mencionar que los hombres siguen llevando la delantera. En todo el mundo, 6.2% de las mujeres son propietarias de empresas establecidas, frente al 9.5% de los hombres.
Ya sea por prejuicios, por generaciones de desigualdades estructurales o por un condicionamiento social, los emprendimientos femeninos no tienen un camino fácil. Esto, a pesar de que las empresas fundadas por mujeres tienen el doble de probabilidades de producir un mayor retorno de la inversión que las creadas por hombres.
El estudio
The funding Gap de UBS Global
señala que por cada dólar invertido, las mujeres generan 78 centavos de ganancia, en comparación con 31 centavos de empresas dirigidas por hombres.
A pesar de ello, existe un entorno hostil para las mujeres que emprenden porque los inversionistas hombres casi siempre confían en su red de colegas hombres y suelen estar más convencidos de sus propias ideas, aunque éstas no sean las más brillantes. Es una realidad y hay que decirlo, las mujeres se encuentran a menudo con muchas más negativas que los hombres cuando presentan sus ideas a posibles inversores.
Se piensa que las mujeres emprenden mientras salen de la clase de yoga y van por los hijos al colegio, cuando la realidad es que las mujeres, con resultados, demuestran que se dedican y comprometen el doble que los hombres, no es competencia, es realidad, son hechos no dichos.
¿Qué podemos hacer para cambiar esto? cambiar nuestro pensamiento, redefinir nuestros conceptos mentales. Despertar día con día enfocándonos en todo lo que podamos aportar para el beneficio de nuestra sociedad. Y para ello, tenemos que hacer uso de nuestras habilidades de comunicación empática.