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Sistema Nacional de Cuidados: un potenciador del bienestar

"Esta realidad está en pleno proceso de transformación hacia una economía moral que pone en el centro el bienestar de las mujeres y niñas más desfavorecidas del país e históricamente más relegadas."
jue 11 noviembre 2021 12:06 AM
mujeres trabajo no remunerado pandemia
En 2019, el valor económico del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado se calculó en 5.6 mil millones de pesos, lo cual representa casi la quinta parte del PIB del país (23%).

(Expansión Mujeres) - En México, como en todos los países de la región, las mujeres y niñas, han sufrido con más fuerza los efectos de las políticas del capitalismo tardío, llamado neoliberal, y eso ha retrasado aún más el crecimiento económico y productivo del país, relegándolas desde la infancia al trabajo doméstico y de cuidados, casi como sus únicas responsables, quitándoles tiempo para estudiar, crecer con oportunidades y opciones de un futuro digno y con derechos.

Esta realidad está en pleno proceso de transformación hacia una economía moral que pone en el centro el bienestar de las mujeres y niñas más desfavorecidas del país e históricamente más relegadas, estableciendo como principio no dejar a nadie fuera y no dejar a nadie atrás.

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La pandemia de COVID-19 desatada en marzo de 2020 solo puso más luz y claridad a lo que ya estaba ocurriendo: los cuidados son un problema social que históricamente resuelven las mujeres y las niñas, como pueden, con agravantes que tienen que ver con esas otras condiciones de exclusión que pesan sobre ellas, delegando, en ocasiones, las responsabilidades en otras mujeres más pobres o en situación de mayor vulnerabilidad.

Pero ¿qué son, en pocas palabras, los cuidados?

Para entender este asunto de los cuidados es necesario primero poner la idea del bien común en el centro, en donde lo colectivo ocupe el espacio que hoy tiene el individuo, poniendo lo humano en el centro de la vida y de la economía.

Los cuidados son todas aquellas actividades cotidianas que sostienen la vida, generan bienestar a las personas y se realizan en grandes cantidades, dentro y fuera de los hogares, en general de manera gratuita o mal remunerada, para que las personas (de todas las edades y condiciones) vivan bien y desarrollen sus capacidades. Estas actividades y tareas son realizadas de manera desproporcionada por las mujeres y las niñas.

La enorme cantidad de horas que las mujeres del país dedican a los cuidados, desde edades muy tempranas hasta muy tarde en sus vidas, impide su libre desarrollo, crecimiento y aprovechamiento de sus talentos en beneficio de sí mismas, pero también, de sus comunidades, de la sociedad y del país.

Por causa de la carga de trabajos de cuidado en los hogares, las mujeres de México tienen la tasa de incorporación al mercado laboral formal más baja de la región latinoamericana y la más alta en el mercado informal, provocando la extenuante situación de pobreza de tiempo que viven, así como las consecuencias negativas que esto tiene para el ejercicio de sus derechos.

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Se puede decir, de acuerdo con los datos de Inegi (Cuenta satélite 2019), que las mujeres dedican el triple de tiempo a las labores y trabajos de cuidado en general no remunerado; y cuando es remunerado (en el caso de las trabajadoras del hogar), sus condiciones laborales y de derechos distan de ser dignas y remuneradas a la altura de las responsabilidades que tienen.

En 2019, el valor económico del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado se calculó en 5.6 mil millones de pesos, lo cual representa casi la quinta parte del PIB del país (23%).

Un Sistema Nacional de Cuidados para el Bienestar es imprescindible para poder reducir, reorganizar y redistribuir entre diversos actores (Estado, Iniciativa Privada, comunidades y familias) esta carga de cuidados, para lo cual se propone articular de manera pronta los servicios que al día de hoy se prestan con este objetivo, darles fuerza comunitaria, vincularlos a través de la creación de sentido colectivo, a aquellos recursos económicos que ya están distribuyéndose entre la población y aquellos programas que están ya funcionando bajo una perspectiva social e ir, de manera progresiva, cubriendo las diversas necesidades de atención de dependencia, poniendo siempre a las personas en el centro.

Estamos convencidas de que un modelo integral de cuidados tendrá un impacto positivo no solo en la vida de mujeres y niñas, en el uso de su tiempo propio, en las decisiones de su vida, sino también en el empleo, la reducción de la pobreza de tiempo de los hogares y el crecimiento del país con igualdad.

Nota del editor: Marta Ferreyra Beltrán es Directora General de la Política Nacional de Igualdad y Derechos de las Mujeres del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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