“Empecé en IKEA hace nueve años, en China. Todo fue suerte, porque yo originalmente estaba allí como parte de un año sabático.
Antes de entrar a IKEA trabajé como manager en una empresa farmacéutica. Y hace nueve años decidí parar: las mujeres en posiciones de mucha responsabilidad necesitamos un momento para volver a nosotras mismas, porque la presión del éxito es mucha y puedes olvidar quién eres y qué buscas. Es increíble poder dirigir un equipo y verles crecer, pero la doble presión de probarte exitosa como mujer es muy grande.
Así que, durante ese año, comencé a aprender el idioma, incluso cuando aprendí empecé a dar clases en una universidad pequeña y una vez que me sentí segura, empecé a postularme a distintas empresas globales. Y así fue como inició mi historia en IKEA.
China era en ese entonces un país en expansión y en Asia la demanda de nuevo talento sigue creciendo, eso no fue complejo.
Adaptarme, aprender a no vivir como turista, eso sí que lo fue. Siempre supe que si dejaba todo en mi vida para trabajar en otro lado tenía que hacerlo parte de mi día a día, tenía que entender sus tradiciones, sus motivaciones y sus necesidades.
La experiencia en China fue fantástica. Eso me dio motivos para aceptar irme a Bangkok y a Singapur. Siempre estuve en proyectos que pensaban en el crecimiento de la marca en un país, pero desde Singapur me dejaron como responsable de su crecimiento a nivel región. Y cumplimos mi equipo y yo con la meta que nos pusieron, lo que me dio una pauta para planear mi siguiente destino: México.