Te despiertas y te diriges al trabajo, pero no es como cualquier otro día, hoy te ofrecen un nuevo puesto… en otro país. ¿Lo tomas al instante o te detienes a pensar qué requieres para aprovechar una oportunidad así?
“Depende”, responden Maria José Cantú, jefa de Comunicación y Cultura en Grupo Lala, y Mariana Camacho, especialista en proyectos de Syneos Health, una compañía que dirige ensayos clínicos.
Si es un país que resulta más inseguro que el panorama que existe en México, Camacho no lo tomaría. Tampoco si existe una barrera del idioma. “En el trabajo puede hablar inglés, pero si fuera de él no es conocido ése u otro idioma que yo conozca, lo pensaría mucho”, dice. El sueldo es importante, debe ser suficiente para sostener el nivel de vida que se tenga en el país.
Para Cantú, en el caso de tener pareja siempre se puede llegar a un acuerdo de visitas. Y lo tomaría sin pensarlo, en caso de que fuera una actividad que disfrute hacer.
¿Pero cómo lo negoció alguien que ya se fue? Diana Pantoja, gerente de relaciones públicas de la fintech Nu en México, asegura que cuando decidió mudarse de Colombia a Ciudad de México su novio no podía ir con ella por cuestiones laborales y personales. Y aunque intentaron pensar en opciones de visitas o planes a mediano plazo, ella tomó una decisión.
“Siempre he tenido muy claro que primero va mi vida laboral, soy muy independiente en ese sentido, por lo que no iba tampoco a renunciar a la posibilidad de la mudanza. La relación terminó, pero en muy buenos términos. Al día de hoy somos buenos amigos y hacemos parte de la vida del otro a la distancia”, dijo.