La batalla continúa. Las mujeres siguen rompiendo esquemas para posicionarse en los altos niveles de las compañías, pero todavía no es suficiente. En esta contienda, exigen romper la brecha laboral y colocarse al mando, pero no de cualquier corporativo: quieren tomar las riendas de sus propias empresas.
Y no es que no lo hayan hecho aún, el problema es que siguen siendo pocas. En la edición 2020 de ‘Los 100 empresarios más importantes de México’, solo cuatro se asoman al listado , aunque, eso sí, con una posición fortalecida: Laura Diez Barroso, presidenta del consejo de administración de Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP) y, desde abril de 2020, del de Santander México; María Asunción Aramburuzabala, directora general de Tresalia Capital (que subió cinco posiciones); Blanca Treviño, presidenta y CEO de Softtek, además de vicepresidenta del Consejo Mexicano de Negocios (ascendió 15 lugares), y Laura Zapata, presidenta de Envases Universales, que subió seis peldaños en el listado. A nivel mundial, la tendencia es similar: de los 100 empresarios más acaudalados del mundo listados por Bloomberg, solo 12 son mujeres.
El problema es que, en el caso de los grupos familiares, por lo general, llegan a los niveles de liderazgo solamente después de descartar a prácticamente todos los hombres de la familia. Mientras que a la hora de fundar su propia empresa, debido a la falta de oportunidades, se encuentran más dirigiendo micro, pequeñas y medianas empresas (pymes), y muy pocas pueden hacerlas crecer.