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Inclusión financiera, la herramienta más directa para el empoderamiento femenino

El 76% de las mujeres adultas de México no tiene tarjetas de crédito. Esto impacta directamente en violencias económicas y falta de acceso a salud y educación.
mar 28 mayo 2024 05:09 AM
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Los hombres tienen mayor acceso que las mujeres a: tarjetas de crédito bancarias (36.9% vs. 27.8%), créditos hipotecarios (21.4% vs. 14.3%) o créditos automotrices (6.4% vs. 3.9%)

Las mujeres pagan sus préstamos más rápido que los hombres (2.4% de morosidad frente a 4%) y sus negocios generan un retorno más grande. Además, son propietarias de casi una cuarta parte de los emprendimientos y de las pequeñas y medianas empresas en Latinoamérica y, de acuerdo con el estudio Empresarias en Ascenso, del BID, para 2029 las mujeres controlarán 75% del gasto discrecional en el mundo.

Sin embargo, en México, la proporción de mujeres con productos financieros es 12.1 puntos porcentuales menor que la de los hombres y tres de cada 10 mujeres no tienen autonomía en el uso de su dinero. Los hombres tienen mayor acceso que las mujeres a: tarjetas de crédito bancarias (36.9% vs. 27.8%), créditos hipotecarios (21.4% vs. 14.3%) o créditos automotrices (6.4% vs. 3.9%).

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Esto trae múltiples y profundas consecuencias. La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 mostró que 27.4% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años experimentó violencia económica en algún momento de su vida.

“El 76% de las mujeres adultas en este país, o sea 33.5 millones, no tienen acceso a una tarjeta de crédito. Hay que decirlo fuerte y claro: la brecha de género en la inclusión financiera es una realidad y se materializa en los datos”, indica Mariana Villasuso, vicepresidenta de género e inclusión en FinTech México y manager de políticas públicas en Stori.

Según la especialista en temas de inclusión y mujeres, el acceder a productos financieros también permite construir y mantener una red de protección ante eventos inesperados, y acceder a bienes y servicios que son esenciales para nuestro desarrollo humano, como educación y salud.

Elizabeth Noriega, Vicepresidenta Jurídica de la Condusef, afirma que “la inclusión financiera no solo comprende facilitar servicios financieros, sino que también se debe procurar y generar la infraestructura e incentivos para que los usuarios continúen y hagan uso del ecosistema financiero.

“De nada nos sirve bancarizar si la población no cuenta con infraestructura y educación para transaccionar, por lo tanto, debe comprender poblaciones no bancarizadas y comunicarse con sus integrantes de una manera más acorde con su realidad y sus necesidades”, dice Noriega.

“La inclusión financiera es fundamental para gestionar la autonomía financiera y la salud financiera de las mujeres. Representa una transformación en la manera en cómo se perciben con relación al mundo laboral y económico y, por ende, cómo son vistas y reconocidas por la sociedad”, agrega.

Según la funcionaria de la Condusef, la falta de inclusión sucede por las diversas barreras que las mujeres enfrentan, ya que en ocasiones no tienen ingresos o percepciones directamente y por tanto, no tienen forma de comprar sus ingresos. “Además, históricamente las mujeres siempre tuvieron menos oportunidades que los hombres para tener empleos formales”, suma.

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¿Cómo generar más inclusión financiera?

“Resulta de gran relevancia la incorporación de la perspectiva de género en el diseño de políticas públicas, programas y regulación, para incentivar que las mujeres tengan mayor inserción en el sistema financiero. Esto debe ir acompañado por un esfuerzo concreto de las instituciones públicas y privadas para que las mujeres adquieran aptitudes, habilidades y conocimientos para el manejo y planeación de sus finanzas”, indica Noriega.

Para ella, “el cambio es cultural y multidisciplinario”, y por ello se deben utilizar todas las herramientas que la tecnología nos proporciona, así como espacios públicos y privados para hablar de las habilidades y capacidades de las mujeres en relación con el dinero.

Para dotarlas de información y generar desde las instituciones financieras productos y servicios que potencialicen sus habilidades y las empoderen. También, fomentar que desde las instituciones educativas se diseñen experiencias del usuario ágiles, sencillas, intuitivas y simples que incentiven la modificación de los hábitos y el comportamiento”, agrega.

Para Villasuso, cada sector puede hacer un aporte: las empresas deben identificar desigualdades -como la diferencia de acceso al crédito para las mujeres, aun siendo las mejores pagadoras-, los gobiernos podrian implementar políticas públicas que fomenten la diversidad y la paridad de género en las entidades financieras y la sociedad en general debe dejar de pensar que “hablar de dinero es cosa de hombres”.

“La educación financiera es fundamental, sobre todo si pensamos en la inclusión digital y tecnológica de la población y que más de 90% de la población en México tiene acceso a un teléfono celular. Por ejemplo, se podría masificar la educación financiera con cursos en línea o cápsulas que se puedan enviar por WhatsApp”, dice.

“La mejor manera es que la educación financiera esté embebida en los productos financieros. Por ejemplo, en Stori vamos enseñando a los y las usuarias cuáles son los conceptos principales de una tarjeta de crédito en su estado de cuenta y les decimos cuál es el monto total a pagar, el monto mínimo, entre otros datos”, afirma.

Respecto al peor y al mejor escenario posible a futuro, indica que el reducir a 0% el 38% de mujeres que afirman nunca haber tenido un producto financiero porque no lo necesitan o porque no saben como usarlo sería un indicativo que en los próximos años ayudará a saber que se va por buen camino.

Y que el peor escenario sería permanecer como estamos, creando productos “one size fits all” que no son apetecibles para las mujeres adultas y que están poniendo en detrimento la garantía de sus derechos económicos.

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