Arleth Leal, empresaria, head hunter de altos perfiles y consejera de una empresa trasnacional con presencia en México, explica que para muchas empresas el principal argumento de tener prestaciones ejecutivas es que es una forma de retención e, incluso, en algunas son herramienta de trabajo, por ejemplo, el automóvil para aquellas personas que viajan o necesitan disminuir el tiempo del trayecto casa-oficina.
Existen otros beneficios, como el pago de estudios de posgrado o de actualización a sus directivas más destacadas, con la esperanza de que su más reciente conocimiento adquirido contribuya a los rendimientos de la empresa.
Considerando que en México 35% de las empresas tienen mujeres en sus puestos de alta dirección, de acuerdo con cifras del informe anual Mujeres en los Negocios, elaborado por Grant Thornton, es pertinente reflexionar sobre cómo esos beneficios podrían llegar a todas las mujeres dentro del organigrama de las instituciones y compañías.
Haidé Sánchez, presidenta de mujeres empresarias de la Canaintra y CEO de Autycom, considera que ampliar las prestaciones a toda la organización permite construir un ambiente laboral más empático y que, a su vez, se traduzca en mayores niveles de productividad y rentabilidad.
En el caso de la empresa que lidera, los beneficios no tuvieron una división original con base en su posición dentro de la organización, sino conforme de la información demográfica y de las necesidades de su equipo mismo. "El equipo era muy joven, pero desde hace tres años muchas personas empezaron a casarse y desde hace un año comenzaron a embarazarse, eso nos llevó a diseñar un plan híbrido que se mantendrá más allá de la pandemia", explica.