Cuando Armida Zúñiga Estrada decidió estudiar una carrera de Ciencias Químico-Biológicas, dos factores le movieron hacia ese camino: el ejemplo de familiares cercanos, principalmente mujeres, que habían logrado salir del entorno familiar y social, en un municipio pequeño del estado de Hidalgo, y romper paradigmas “demostrando que las mujeres también podían estudiar una carrera técnica o licenciatura en la rama de las STEM” (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). “El impulso de mis padres fue fundamental”, afirma la comisionada de Control Analítico y Ampliación de Cobertura de Cofrepris.
La falta de modelos a seguir es, de hecho, uno de los factores que obstaculiza la participación de las mujeres en las áreas de ciencias y matemáticas. Este es uno de los resultados obtenidos en el estudio ‘Mujeres eligiendo carreras STEAM’, (la A, adicional se refiere a la inclusión de las Artes) que realizó en 2020 el IPADE y Movimiento STEM. Graciela Rojas, presidenta y fundadora de la organización dedicada a promover la enseñanza en estas áreas, señala que contar con referentes públicos o cercanos, hacen la diferencia respecto a las opciones a las que niñas y jóvenes pueden aspirar al decidir a qué se dedicarán como parte de su formación académica.
Y esto es deseable en un país en el que sólo tres de cada 10 mujeres se dedica a la ciencia, según cifras de la Unesco.