De acuerdo con Ximena Céspedes, CEO y cofundadora de Metrics, el movimiento de las nenis tuvo un boom entre abril y agosto del año pasado, ya que 1.3 millones de mujeres perdieron su trabajo, de las cuales 84% ganaban entre uno y dos salarios mínimos, así que vender por internet se convirtió en un apoyo para sumar un ingreso a su presupuesto familiar.
Señala que los usuarios en internet comenzaron a compartir publicaciones sobre el movimiento de las nenis, tanto negativos como positivos.
Hoy 84% celebra que se haya visibilizado este movimiento, y entre los comentarios positivos destaca que son mujeres muy trabajadoras que ofrecen una variedad de productos y servicios. En contraste, 16% no lo aprueba debido a algunas experiencias negativas que han tenido durante compras a estas emprendedoras. Además, consideran que los ingresos generados a partir de estos movimientos deberían ser regulados.
Según el estudio, este segmento de la población beneficia a 13 millones de hogares de forma directa o indirecta, pero 82% de ellas está en una modalidad de empleo informal. La mayoría de las micro emprendedoras tiene entre 30 y 50 años. Casi la mitad son casadas y más de 80% tiene uno o dos dependientes económicos.
Aurora Chávez, senior UX Research de Tala, detalla que sólo 10% de ellas tiene menos de 30 años, y 20%, más de 50. El 67% tiene pareja, 14% es divorciada o viuda y 19% es soltera.
¿Cómo se autoperciben?
El 40% se siente orgullosa de emprender, 25% lo hace para sacar adelante a su familia, 20% porque es una manera de hacer frente a la pandemia, 10% porque se siente agradecida y orgullosa de formar parte del movimiento y 5% porque son el sostén principal de su casa.
Lo que más venden a través de redes sociales y otras plataformas digitales es ropa, maquillaje, joyería, calzado, productos para el cuidado de la piel, productos para cocina, regalos y accesorios de telefonía. En el segundo trimestre del año, 53% de las nenis vendió más, en comparación con el mismo periodo de 2020.
Sin embargo, lo que más les preocupa es la seguridad, la falta de créditos para mujeres emprendedoras, la regulación del mercado y la posibilidad de tomar cursos que las ayude a profesionalizarse.