Según datos recopilados por el Centro de Investigación de la Mujer en la Alta dirección (CIMAD), en México, sólo 38% de las mujeres estudian carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Por ello, aunque Katia López contó con el apoyo de sus padres para elegir y seguir su vocación, la joven -al ser la única mujer de una carrera entera- se enfrentó a episodios desafortunados que cuestionaban su estadía.
“Fue difícil al inicio porque sí recibí comentarios de algunos compañeros que me señalaban por ser la única ‘niña’ de la carrera. Me preguntaban qué hacía ahí si era una carrera para hombres, que no perdiera mi tiempo. Con el tiempo, y los resultados que yo iba obteniendo en clases dejaron de decirme algo, pero igual a ellos nadie los cuestionó por ser hombres”, narra.
En contraste, sus profesoras y profesores siempre la hicieron sentir parte de un grupo consolidado de estudos, e incluso hubo quienes la alientaron a seguir hasta el final por ella misma y porque su experiencia serviría para abrir el camino a más mujeres que no se animan a estudiar ésa u otra ingeniera por temor a ser la única o una de las pocas estudiando una carrera stem.
Fue eso lo que la orilló a buscar a mujeres que como ella, tenían ambiciones profesionales muy importantes, aunque estuvieran fuera del campus. Así, se encontró a perfiles de mexicanas que han tenido estadías o que han trabajado en la NASA como: Ellen Ochoa, la primera mujer astronauta mexicana en viajar al espacio que fue seleccionada por la NASA para abordar una misión en 1991; Javiera Cervini Silva, quien fue investigadora en el Center for Integrative Planetary Science y Subdirectora del Instituto de Astrobiología de la NASA (Programa BioMARS) en la Universidad de California en Berkeley de 2003 a 2005); Dorothy Ruiz Martínez, quien en 1998 trabajó en el programa de la NASA especializado en investigaciones para vehículos espaciales de alta velocidad con materiales reusables.