Según artículos de ambos medios de comunicación, las mujeres jóvenes parecieran estar más despiertas gracias al movimiento feminista y, a pesar de que reconocen las conquistas en el mercado laboral y en la vida pública, su lucha continua por injusticias relacionadas con violencia, derechos reproductivos y una carga excesiva en tareas de cuidados. Por el contrario, hay un creciente porcentaje de hombres jóvenes que considera que la agenda feminista ha ido demasiado lejos y perciben al sexo opuesto como una amenaza.
Identificar las causas detrás de este fenómeno no es fácil, puesto que muchos factores influyen en la mentalidad de una persona. Sin embargo, The Economist se decanta por una explicación económica que me hace sentido.
En pocas palabras, las niñas y las jóvenes tienden a aprovechar mejor la escuela en comparación con sus pares del sexo opuesto al grado de que más de ellas se gradúan de licenciatura o posgrado en la edad esperada. Conforme las organizaciones apuestan por acciones de diversidad e inclusión, ellas alcanzan cada vez mejores empleos. Esto decepciona a los hombres, sobre todo aquellos con menor preparación, quienes observan políticas diferenciadas que los desfavorecen y culpan a las mujeres por los obstáculos económicos que enfrentan.
El fenómeno es bastante complejo y como señala
Vox
–un medio de comunicación norteamericano– se necesita un estudio más profundo y especializado para entenderlo. Ojalá la academia y otras instituciones adopten el tema. En lo que eso sucede, lo que se ha detectado hasta ahora me parece suficiente para reflexionar sobre la narrativa y las acciones que hemos implementado hasta ahora para alcanzar la igualdad de género.
Mentalidades polarizadas no abonan a construir una sociedad en la que todas las personas tienen oportunidades para explotar su talento. Tampoco contribuyen a establecer hogares donde las tareas de cuidado se reparten de forma equitativa entre las parejas (al menos las heterosexuales), lo cual es fundamental para cerrar brechas en el mercado laboral como lo ha dicho
Claudia Goldin
, premio Nobel de economía 2023. ¡Al contrario!