Bien, pues me llamó poderosamente la atención que, la mayoría (por no decir todos) justifica el terrorismo, so pretexto de apoyar la causa palestina. Traté de hacer ver a uno de ellos que el problema no es con el pueblo palestino, sino con el grupo terrorista, y que exculpar a monstruos que degüellan bebés, asesinan niños, mujeres y hombres, es ¡inconcebible, terrorífico! sin importar cuál sea el trasfondo religioso o político; de plano desistí en el intento.
Claro que no pongo a México en la misma canasta, sería una tremenda irresponsabilidad, pero tampoco estamos libres de culpa, ni somos el ejemplo que marca la pauta. Obviamente no haré comparación de nada ni de nadie con un grupo de asesinos, pero sí me veo en la necesidad de hacer un enérgico llamado de atención a la sociedad respetable (al menos en el papel), y que en teoría condena las acciones violentas de sus hijos, pero los mandan fuera del país para que no sufran las consecuencias de sus actos. Doble moral.
No es lo mismo sobreproteger a nuestros hijos que educarlos con odio. Claro, tan mala una como la otra. Desde mi óptica, debemos entender que, al sobreprotegerlos, haremos de ellos adultos irresponsables, poco empáticos e indispuestos a respetar otras formas de pensamiento; ojo, que no utilizo la palabra ‘tolerar’, porque nadie tiene por qué tolerar al prójimo. Sin importar raza, credo o preferencia sexual, debemos RESPETAR la diversidad.
Y bueno, ¿qué decir del hecho de educar con odio? Una irremediable formación de adultos que fácilmente se inclinarán por el apoyo a grupos radicales, por la violencia injustificada; por ver el mundo arder.
Momento de reflexión ¿realmente nos hemos detenido a pensar seriamente en el mundo que estamos heredando a nuestros hijos y nietos, con ese grado extremo de indiferencia y poca empatía hacia los demás? ¿Qué el hecho de saber de bebés degollados y niños asesinados no nos estremece?
Sí, yo soy orgullosamente judía, pero antes de todo, soy orgullosamente humana, y marcho con las madres que pierden hijas e hijos. Si hay que gritar, grito, si hay que pintar, pinto, y que sepan que también estaría dispuesta a lo que fuera si tocaran a uno de mis hijos o mis nietos. Y por eso mismo, si un hijo mío comete algo reprochable, también dejo que sufra las consecuencias; así lo hice mientras estuvieron a mi cargo y hoy me siento orgullosa de haber educado seres humanos que aportan y suman a nuestro mundo.