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Con hijos y sin nietos. El evidente cambio generacional

Deberíamos ver en los jóvenes una generación de gente más feliz y menos frustrada, para justamente evitar nuestra propia frustración.
mar 15 agosto 2023 05:58 AM
Con hijos y sin nietos. El evidente cambio generacional
¿Acaso no es más egoísta tener hijos por cumplir expectativas? A mí me parece que esta nueva generación es mucho más honesta y fiel a sus convicciones, la bronca es que, en nuestro ‘querer tener razón’, nos frustramos en las nuestras, considera Verónica Salame.

(Expansión Mujeres) - De nuevo te saluda tu amiga cincuentona. Para comenzar, debo decir que en esta colaboración (más que en ninguna otra) es importante puntualizar mi edad, para que tenga sentido.

En mi generación, muchas cosas se daban por hecho. Por ejemplo, a cierta edad, si tenías novio, si tenías novia, después te casabas, y el siguiente paso natural (e invariable) era tener hijos. Era algo incuestionable, aunque estoy segura (y sé) que había quienes no querían tomar ese camino. Pero aun así ¡no era ni tema de conversación! Incluso nos parecía triste ver parejas que tardaban años en tener hijos, cuando definitivamente para nosotros, ese era el propósito principal de la vida de una pareja; y por supuesto que, lo que la mayoría de los papás deseamos en el futuro es ser abuelos.

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Seamos honestas, seamos honestos; incontables veces escuchamos con envidia (disfrazada de flojera) a nuestras amigas o amigos, presumiendo a sus nietos como si fueran la octava y novena maravilla del mundo, ¡ah! pero en cuanto nos ha llegado el turno, entramos felices al club de los abuelos.

Esta nueva generación de chavos es muy distinta a la nuestra. No necesariamente se quieren casar, y mucho menos tener hijos; exacto, optan por los ‘perrhijos’ y ‘gathijos’. ¡Oh, desgracia para mis contemporáneos!, ¿se imaginan con cuántos aspirantes a ser abuelos me toca platicar, y que dicen con voz de funeral que nunca tendrán nietos? Y como consolación reciben una respuesta sombría por parte nuestra, como si de un pésame se tratase.

Considero sin duda, que este es un tema muy fuerte para mis contemporáneos, porque nos educaron para procrear, para preservar el apellido y fortalecer la estirpe, con los supuestos ciclos de la vida muy marcados y establecidos. En consecuencia, y por el evidente cambio generacional de pensamiento, vemos truncadas esas metas y replantearnos la ilusión de, nuevamente, llenar nuestros hogares con niños felices para consentir, por los que haremos todo lo que no hicimos con nuestros hijos, porque tenemos claro que esa es la función de los abuelos.

Evidentemente se trata uno de los principales fenómenos que han transformado nuestra sociedad.

Desde mi punto de vista y, muy probablemente porque mis hijos ya me brindaron la alegría de ser abuela, me parece muy sensato, que la gente que NO quiera casarse, no lo haga, y las parejas que NO quieren tener hijos, no los tengan; una decisión digna de aplauso, en sustitución de traer al mundo hijos no deseados, que, más que felicidad, se encontrarán con la cruel cara del sufrimiento.

Pero entonces, ¿qué debería hacer la gente de mi generación sin nietos, que no cumplirá con la expectativa social de ser abuelos? Una pregunta hecha desde el juicio social, y que no puedo encarnar en perspectiva, pero que, si omitimos el hecho de aprobación o aceptación social, aligera la carga.

Al igual que las nuevas generaciones, sugiero que los de mi edad (y más) debemos cambiar esa manera de pensar, y la sociedad de hoy, ajustar su escala de valores. No es una acción justa calificar nuestro legado, en función de haber triunfado (o no) en el anterior modelo de familia. Arcaico, obsoleto.

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Aunque no es fácil cambiar el punto de vista a los 50, encontremos en este momento (de hallarnos sin nietos), la maravillosa oportunidad que nos ofrece la vida para explorar nuestras formas, retomar estudios, encontrar un nuevo trabajo, emprender, expandir la empresa, actualizarnos en lo que dejamos pendiente, mientras recorremos el camino de lo que podemos hacer, y no aquel en el que no se cumplió con las proyecciones de lo que se esperaba (o esperábamos) de nosotros.

Y he aquí una de las grandes diferencias generacionales; la mía cumplía expectativas y las nuevas hacen lo que realmente quieren hacer. Para nosotros, son una generación egoísta, pero, ¿acaso no es más egoísta tener hijos por cumplir expectativas? A mí me parece que esta nueva generación es mucho más honesta y fiel a sus convicciones, la bronca es que, en nuestro ‘querer tener razón’, nos frustramos en las nuestras.

Concluyo. Deberíamos, entonces, ver en los jóvenes una generación de gente más feliz y menos frustrada, para justamente evitar nuestra propia frustración. ¿Para qué seguirnos complicando? Nos leemos en la siguiente.

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Nota del editor: Verónica Salame (@Veronicasalame) es una activista social en pro de la igualdad de género, impulsora del proyecto MuXejeres. Miembro del Women International Zionist Organization (WIZO) y ex presidenta de la mesa de consejo de Children International. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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