Pero entender esto no tiene la intención de volverse una sentencia para que estos últimos días del año se vuelvan deprimentes. Lo que queda de él también pueden ser semanas para aplicar una desintoxicación mental que aligere tu mochila emocional. Aprovecha estos días para hacer un análisis más constructivo de cómo fue tu año y soltar lo que te estorba para sentirte más ligera.
El primer paso es identificar desde qué ángulo estás haciendo ese análisis, y quizá descubras que el parámetro con el que estás evaluando lo que te pasó es lo que hay que cambiar.
¿Has oído hablar de la mentalidad de crecimiento versus la mentalidad fija? Una mentalidad de crecimiento te permite ver los fracasos o los contratiempos como una oportunidad para aprender. Por ejemplo, este año ¿hubo alguna situación en la que te enfocaste en el proceso de dominar algo nuevo? ¿Ubicas algún momento en el que aceptaste haber sido desafiada con un nuevo reto? De ser así, enhorabuena, significa que empleaste una mentalidad de crecimiento.
Te he de confesar que hace años, cuando me preguntaban que me definiera en pocas palabras, solía decir con orgullo y una buena dosis de ego “yo soy mis logros”.
Con el tiempo, y bastantes descalabros, descubrí lo riesgoso que es depositar el valor propio con base exclusivamente en el logro de metas.
Y uno de los efectos secundarios de haber sido así es que cada vez me resistía más a probar cosas nuevas o difíciles por miedo al fracaso.
En otras palabras, quienes tienen una mentalidad fija, es probable que a estas alturas del año se enfoquen obsesivamente en cuantificar los logros de su año.
Imagina qué pasaría si, al evaluarlo, el resultado de tus esfuerzos fuera lo único que importara, y te definieras a ti misma con base en si los conseguiste o no. ¿Notas el peligro de pensar así? Desde esta mentalidad del ‘todo o nada’, el concepto que tienes de ti corre el riesgo de irse al suelo.
Por si fuera poco, esta mentalidad también se enfoca en devaluar el logro una vez que se ha obtenido. Por ejemplo, encontrar razones para creer que tuviste suerte, que no lo merecías, o que alguien más te dio el trabajo, la promoción, la relación o el dinero a ti por las razones equivocadas.
Entonces ¿cómo alejarnos de esa forma de interpretar nuestro año? Con una mentalidad de crecimiento, enfocándote en el proceso. Es decir, si lograste el objetivo o no, o si el resultado fue perfecto o no; céntrate en lo que has aprendido y cómo has crecido.