Me ha tocado escuchar a muchos decir que ahora el grupo vulnerable son los hombres, porque “cualquier mujer los puede acusar y nadie les creería”. Que las cuotas les quitan espacios, que aparentemente por preparación y derecho les corresponden a ellos. Asimismo, tener que escuchar las afirmaciones donde a las mujeres nos gusta que nos piropeen porque “nos hace sentir guapas” y que el mismo riesgo que una mujer corre en la calle, lo padece también el hombre.
Pero de las discusiones que llevan más ignorancia, además de arrogancia, son las afirmaciones que hacen acerca de que un feminicidio es un homicidio cualquiera y que matan a muchos más hombres que mujeres. Sin considerar que en México matan a 10 mujeres cada día por el hecho de ser mujeres y que el 2021 fue el año con más feminicidios.
A pesar de todo esto y muchas otras formas de violencia que se viven, ustedes siguen hablando con condescendencia (mansplaining), como si nosotras no supiéramos lo que necesitamos. Dicen que los problemas del mundo se deben a que nosotras dejamos el “espacio asignado” y eso desequilibró al universo como lo conocíamos. Que seríamos más felices y más valoradas si volviéramos a ese, “nuestro lugar”, donde construimos familia e impulsamos hombres.
No se dan cuenta que en ese lugar, el hogar, 20% del total de la población de mujeres se sienten inseguras y 23% de los asesinatos de mujeres son en sus casas, la gran mayoría de ellos por ahorcamiento, sofocación o estrangulamiento. Esto de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2021. Es a ese lugar donde nos explican que debemos volver.
Según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, aproximadamente 33% (11,474,983) de los hogares mexicanos están ‘jefaturados’ por una mujer y 40.9% (21,000,000) de la población económicamente activa en nuestro país somos las mujeres, a pesar de que nuestro sector fue uno de los más afectados durante la pandemia en el ámbito laboral. Así que no, nuestro lugar no está exclusivamente en la casa y mucho menos en ese lugar donde se violenta.
Paren ya de referirse a nosotras como niñas, corazón y otros tantos adjetivos. Comiencen a darnos nuestro lugar en el ámbito laboral, político y social. Dejen de pensar que porque somos mujeres requerimos que nos expliquen el mundo. Desistan de intentar convencernos sobre lo que queremos, eso ya lo tenemos claro y estamos trabajando para lograrlo.
Nos violentan en la calle, en los espacios públicos, en la escuela, en el trabajo, en la política y en las leyes. No son ideas nuestras, según la ENVIPE 2021, el 22.8% de las mujeres declaró haber enfrentado intimidación sexual, en los hombres solo un 5.8%; mientras que, en cuanto a abuso sexual, las mujeres estuvimos más de cinco puntos porcentuales arriba de los casos en hombres. Esta es nuestra realidad diaria.
Así que dejen de violentarnos de forma sistemática, ya sea psicológica, física, política o económica. Y si ustedes no lo hacen levanten la voz y señalen a quienes sí lo hacen. No hay peor condena que la que se hace entre pares. Es momento de tomar responsabilidad sobre sus actos y pasar las facturas sociales.
También reconozco que cada vez son menos los que les dan fuerza a estos pensamientos machistas, por convicción o por presión social, pero no solo se trata de pensamientos y palabras sino de actuar en consecuencia. Es abrir espacios a las mujeres, respetarnos, impulsarnos, escucharnos y aprender de nosotras.
Esta no es una lucha de mujeres contra hombres. Nuestra intención no es destruirlos, más bien queremos reconstruir juntos. Sin duda alguna no estamos buscando que sientan el miedo que nosotras hemos vivido durante siglos. En realidad, lo que queremos es dejar de vivir con miedo. Tampoco es hacerlos sentir menos, solo es encontrarnos paralelos. Tenemos mucho qué decir y mucho por aportar en favor de nuestro país.
Estoy segura de que el beneficio es para ambas partes, pues así los padres también se podrían involucrar más en la crianza de sus hijas e hijos. Igualmente ustedes podrán demostrar cariño y tristeza sin ser juzgados, esos sentimientos que esconden bajo tantos prejuicios finalmente podrán ser expresados. Esto no solo nos hará mejores personas sino una mejor sociedad.