Pero me basta con asistir a una reunión laboral donde he podido observar que la mayoría son hombres, y por supuesto no estoy peleada con el género masculino, sino que aun la participación de nosotras las mujeres se ha quedado corta.
Las mujeres constituimos más del 50% de la población mundial, es decir, somos la mitad que la economía necesita para funcionar, y vaya que tenemos un potencial increíble; no solo hablo en cuestión de reproducción, donde somos capaces de dar vida a otro ser humano, me refiero a esa capacidad que tenemos en el hogar.
Sin importar cuánto dinero tengamos, en casa siempre habrá comida y lo básico para subsistir, estamos hablando entonces de una administración impresionante del presupuesto familiar.
Pese a la importancia de nuestro papel en la economía, la brecha entre hombres y mujeres es enorme, tanto económico, político y social.
En términos económicos, las mujeres tienen salarios más bajos que los hombres por los mismos puestos; aunado a ello, diferentes estudios han arrojado que los productos para mujeres son más caros y en promedio una mujer gastará más en productos íntimos, por lo que nuestro consumo es mucho mayor que el del sexo opuesto. Nuestro consumo ha sido partícipe de la generación de empleos, inversión y por supuesto de una gran derrama económica.
En política, recientemente se adoptaron medidas para que la distribución de los diversos escaños fueran asignados de forma equitativa; sin embargo, todavía prevalece la desigualdad de género, tan solo en el mundo el 24% de los puestos de alta dirección son ocupados por mujeres y México ocupa el lugar 68. Sigue resultando preocupante, ya que más del 80% del trabajo de las mujeres es en actividades domésticas.
Socialmente sigue presentándose un trabajo no remunerado hacia las mujeres, este trabajo que es invisible para las estadísticas no contempla que el hogar necesita una mujer que sepa ser chef, enfermera, costurera, jardinera y hasta electricista, actividades que no tienen un salario y mucho menos prestaciones de ningún tipo.
Profesionalmente son más mujeres quienes alcanzan estudios más altos buscando siempre mejores remuneraciones, y muchas ocasiones truncan sus carreras por cuestiones culturales o incluso por embarazos, dejemos de lado aquellas creencias culturales que la mujer debe estar en el hogar o en el cuidado de los niños.