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Qué se siente ser la primera capitana en volar

Fadua Vasco es capitana de Volaris y tiene la firme convicción de mostrar que el aprendizaje es una palanca para el crecimiento de mujeres en la industria de América Latina.
lun 21 marzo 2022 05:08 AM
Fadua
La primera en volar

Fadua Vasco, capitana de Volaris, supo desde muy joven que su camino profesional estaba en los cielos. No obstante, el aprendizaje que requirió elevarla a las alturas fue una experiencia entre satisfacción y pesadumbre.

La capitana se mueve en una industria en la que, en comparación con los hombres del sector, las mujeres suelen tener más experiencias negativas, un avance profesional más lento y menos oportunidades para asumir roles desafiantes vinculados a la línea de fondo, de acuerdo con un estudio realizado por Oliver Wyman y la Asociación Internacional de Mujeres de la Aviación (IAWA).

Ahora tiene 25 años de carrera como pilota, pero más de 30 desde que inició como azafata y estudiante. En ese tiempo fue la primera capitana en volar un avión comercial por su cuenta en una aerolinea con presencia nacional y regional certificada por Airbus para volar sus equipos en el continente; también ha fungido como un rol model para jóvenes que ven en su aviación una manera de ganarse la vida y desafiar nuevos retos. En entrevista con Expansión Mujeres, Fadua comparte su experiencia como una de las mujeres que despejan los aires para que más mujeres se desarrollen en la industria.

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La aviación llegó a mi vida por su cuenta, porque nadie en mi casa se dedicó a ella. Incluso yo tenía inclinación por la medicina, que es la rama de la familia, pero mi gusto por los aviones fue más grande.
Lo más difícil es que nadie me orientó por la lejanía de mi círculo con la industria, pero tampoco tenía role models que me hicieran pensar que a donde quería llegar era un lugar seguro.

Por supuesto que no fue fácil desde el inicio porque hasta las personas más cercanas a mí me decían que no lograría entrar, mucho menos crecer, en un lugar como la aviación sin conocer a nadie. Por un momento pensé que tenían razón, pero aun así me aventé y empecé como sobrecargo en Aeroméxico.

Una vez que entré todos pensaron que ahí me quedaría, pero yo tenía claro que quería pilotear un avión por mí misma. Así que con ese empleo me pagué la carrera de aviación para aprender todo lo que debía saber sobre la operación de aeronaves.

Entré sin saber nada, obviamente había puros hombres y los horarios estaban muy complicados. Ésa fue la segunda ocasión en la que me cuestioné si era capaz de entender si era capaz de hacerlo y de verdad casi tiro la toalla porque no conseguía el dinero para terminar la carrera, pero además el esfuerzo físico, mental y emocional me tenían completamente desbordada, tanto que hasta me dio un parálisis facial porque mi cuerpo ya no pudo soportar el nivel de estrés con el que vivía.

Había días en que no dormía y que llegando de un vuelo tenía que ir a la escuela, o que tuve que tener otros empleos como vender perfumes para tener dinero extra para pagar mi carrera, además del que ya tenía en Aeroméxico. Ese ritmo era insostenible y aunque lo logré, sé que fue el periodo más difícil de mi vida, incluso más que el de la maternidad y obviamente no hubiera podido sostenerlo teniendo otra edad con menor energía.

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Una y otra vez me dijeron que como no tenía familiares o conocidos dentro, y además porque era mujer, no iba a llegar a ser piloto, que mejor me quedara conforme con ser azafata. Fue una gran experiencia, como lo es para mis compañeras, pero no era lo que yo quería.

Acabé la carrera después de lo que había planeado y no tuve la oportunidad de empezar a pilotear en Aeroméxico ni en otra aerolínea porque, cuando dejaba mi CV, me pedían un requisito adicional que no podía pagar [que se trataba de acreditar que podía volar aviones con máxima capacidad] y entonces tuve que dejar pasar un par de años más para poder volar por fin.

El momento llegó cuando entré en Aeromar con otras dos compañeras y estuve ahí por 10 años. Fue todo un viaje porque pese a que fue el primer lugar en el que me desempeñé como piloto sí me encontré con gente a la que no le gustaba volar conmigo "porque le estaba quitando el lugar a un hombre".

Yo entendía que estaba en un ambiente sexista y lo dejaba pasar porque mi meta era más grande que esos comentarios. Además, con el tiempo conocieron mi trabajo y más mujeres se sumaban a las filas de la aerolínea en todos los niveles y entonces empecé a recibir otro tipo de comentario como que se sentían seguros conmigo y hasta mujeres que después me dijeron que ver a capitanas volando las motivó para perseguir su sueño.

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Estuve muy contenta por 10 años. Después me invitaron a participar en Volaris cuando empezaron con 30 pilotos, cuatro aviones y sólo otra mujer además de mí.

Ahí empecé como primera oficial debido a que contaba con la experiencia en horas, pero no en el equipo. Me puse a estudiar, recibí más capacitaciones sobre aviones y después de pasar ciertos filtros, Volaris me dio el ascenso. La oportunidad fue enorme porque ahí me convertí en la primera mujer que hizo la transición para ser capitana en una aerolinea latinoamericana.

En ese proceso aprendí sobre resiliencia, me hice mamá de tres hijos y he logrado compaginar mi trabajo con mi vida personal gracias al apoyo de líderes con consciencia del equilibrio entre el trabajo y lo personal. Y desde entonces, mi capitán fue muy empático porque me conoció de soltera, casada y ya con hijos, sabía de mis necesidades y me ayudó a sólo volar por temporadas con un esquela de flexibilidad porque yo era miembro fundador de Volaris, pero con el tiempo ese tipo de beneficios se han extendido a otras áreas de la empresa.

Hace 15 años se sorprendían de que fuera mujer, pero hoy ni soy la única y cada vez somos más las mujeres que queremos estar al frente de un avión como asesoras, jefas de pilotos, jefas de equipo, pilotos. Eso sí, cuando hablo con mujeres de mi equipo o de la compañía sí les hago saber que aún somos pocas y que si no somos excelentes se van a notar más que cuando un hombre sólo es "bueno". Siempre les digo que tienen que dar todo y con gusto les comparto mi experiencia si les sirve, pero me gusta que comprendan ellas solas para que disfruten su proceso porque en esta carrera cada escalón cuenta.

Después de 25 años, sólo me queda decir que cada vez se pone mejor.

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