Me dirigí al equipo de RH y me dijeron que para hacer el cambio en mis identificaciones tenía que hacerlo antes de forma oficial, lo cual es problemático porque las oficinas de gobierno no son precisamente sensibles ante este tipo de solicitudes.
Un año después de informarme mucho, ya sé que las personas trans, y todxs en realidad, tenemos derecho a ser valoradas y respetadas con la identidad con la cual nos identificamos, incluso sin un sello oficial.
Yo empecé a publicar columnas de este tema [en el medio en el que trabajaba] porque no había información suficiente y, por supuesto, hubo críticas de las feministas que buscan alejar a las personas trans. En medio de mi vorágine personal de cambios, yo y mi trabajo nos enfrentamos a una narrativa de odio que está en contra de que las personas trans existamos y tengamos derechos. Y, ante el desconocimiento de las personas responsables editorialmente, decidieron eliminar tres textos.
En ese momento no supe cómo reaccionar, fue hasta que Artículo 19 me buscó y me dijeron que lo que me pasó sí fue censura, me decepcioné mucho, me sentí agredida de doble forma: como mujer trans, pero también como periodista.
Eso fue en febrero 2020, y mi camino profesional siguió lejos de ese medio a otros caminos en un periodo de crecimiento muy importante. Desde entonces no he vueltos a tener una situación de este estilo.
Ahora tengo que admitir que yo me acepte como una mujer trans desde hace poco (2020), pero desde 2015 me empecé a formar en temas de género y eso me dio la posibilidad de formar mi pensamiento y discurso. Así logré ser quien soy, pero acceder a información no debería ser un suplicio.
Por un lado, como mujer trans me parece importante que la información esté disponible en medios e instituciones para difundir esas necesidades, pero también compartir todo el abanico de historias que existe: los casos en que con éxito y seguridad para su persona se desarrollan de forma integral, pero también decir que las personas trans solemos estar precarizadas, porque con frecuencia somos expulsadas de nuestros hogares y no tenemos acceso a educación desde niveles como preparatoria, ya no decir universidad.