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"Tenemos que aprender a no incomodarnos con quienes se salen de la norma"

Láurel Miranda es periodista y activista a favor de los derechos de la comunidad trans. En entrevista, comparte su experiencia sobre cómo fue transicionar para ella.
jue 31 marzo 2022 06:05 AM
Ningún trabajo sabe reaccionar a la transición de un colaborador
Láurel Miranda señala que las empresas necesitan una guía para tener protocolos adecuados para contratar a personas trans o quienes inicien su transición una vez que ya esté contratada.

Láurel Miranda es periodista y, desde que decidió iniciar su transición de género en 2020, con 31 años, se ha encontrado con situaciones que, ahora con más experiencia, le permite compartir sus aprendizajes.

Su primer objetivo es que personas que se encuentren en una situación similar a la que ella vivió cuando comenzó este proceso integral puedan encontrar información útil y, además, aportar a que se incremente la visibilidad de las personas trans para que ocupen cada vez más espacios de la vida pública.

Para Miranda, que cuenta con una red de apoyo, conformada por su familia, amigos y transactivistas, quienes la han acompañado en distintos episodios como cambio de empleo, procedimientos médicos, su militancia en el transfeminismo y el inicio de su carrera como escritora, éste es un buen momento para hablar de las personas trans, sobre sus necesidades y los derechos que la sociedad no ha logrado garantizarles.

"Tenemos que aprender a no incomodarnos con las personas que se salen un poco de la norma", dice. Esta es su experiencia, en primera persona.

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El inicio de una transisión en la vida personal y en el trabajo

Entiendo que cada experiencia trans es totalmente diferente, pero sí tengo muy claro que nos hace falta mucha información. Por ejemplo, yo tengo el privilegio de tener una formación universitaria y un trabajo estable y aun así, cuando decidí que mi transición empezaría, hace un año, estaba a ciegas.

Lo primero que tenía que hacer era aceptarme a mí misma, pero después de eso no supe a dónde jalar, fue como llegar sola a a una ciudad nueva donde no sabes nada y vas desde cero.

Yo inicié mi transición el año pasado, después de haber trabajado siete años en una empresa. Lo comuniqué primero a mis superiores, luego a mi equipo de trabajo, que yo coordinaba.

Cuando les dije, me di cuenta de que ellos no sabían ni qué hacer con el cambio de mi documentación y eso me preocupaba por cuestiones como tener acceso a un correo con mi nombre, pero también en otras como el respeto de mi antigüedad si en algún momento dejaba de trabajar ahí.

Pero, con el paso del tiempo y el incremento de mis preocupaciones, me di cuenta de que tampoco hubo un protocolo social de contención, porque aunque todos fueron muy respetuosos, noté que no compañerxs y otras autoridades no sabían cómo reaccionar porque si yo estaba a ciegas ellos también y ellos lo hicieron como mejor pudieron.

Entonces decidí empezar por lo que en ese momento me pareció lo más sencillo. Les dije: "A ver, no le hagas una pregunta a una personas trans que no le harías a una persona cis".

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Me dirigí al equipo de RH y me dijeron que para hacer el cambio en mis identificaciones tenía que hacerlo antes de forma oficial, lo cual es problemático porque las oficinas de gobierno no son precisamente sensibles ante este tipo de solicitudes.

Un año después de informarme mucho, ya sé que las personas trans, y todxs en realidad, tenemos derecho a ser valoradas y respetadas con la identidad con la cual nos identificamos, incluso sin un sello oficial.

Yo empecé a publicar columnas de este tema [en el medio en el que trabajaba] porque no había información suficiente y, por supuesto, hubo críticas de las feministas que buscan alejar a las personas trans. En medio de mi vorágine personal de cambios, yo y mi trabajo nos enfrentamos a una narrativa de odio que está en contra de que las personas trans existamos y tengamos derechos. Y, ante el desconocimiento de las personas responsables editorialmente, decidieron eliminar tres textos.

En ese momento no supe cómo reaccionar, fue hasta que Artículo 19 me buscó y me dijeron que lo que me pasó sí fue censura, me decepcioné mucho, me sentí agredida de doble forma: como mujer trans, pero también como periodista.

Eso fue en febrero 2020, y mi camino profesional siguió lejos de ese medio a otros caminos en un periodo de crecimiento muy importante. Desde entonces no he vueltos a tener una situación de este estilo.

Ahora tengo que admitir que yo me acepte como una mujer trans desde hace poco (2020), pero desde 2015 me empecé a formar en temas de género y eso me dio la posibilidad de formar mi pensamiento y discurso. Así logré ser quien soy, pero acceder a información no debería ser un suplicio.

Por un lado, como mujer trans me parece importante que la información esté disponible en medios e instituciones para difundir esas necesidades, pero también compartir todo el abanico de historias que existe: los casos en que con éxito y seguridad para su persona se desarrollan de forma integral, pero también decir que las personas trans solemos estar precarizadas, porque con frecuencia somos expulsadas de nuestros hogares y no tenemos acceso a educación desde niveles como preparatoria, ya no decir universidad.

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La situación de las personas trans en el trabajo

Para hablar de las personas trans hay muchos ángulos que abordar. Uno de ellos es su presencia y participación en centros laborales. En México, sabemos, hace falta política pública que garantice nuestra incorporación con todos los derechos que trabajadorxs pueden tener; pero también hace falta guía en el sector privado para tener protocolos adecuados para contratar a personas trans o de personas que inicien su transición una vez que ya esté contratada, como fue mi caso.

Horas antes de tener esta entrevista supe de un caso en el que una empresa de Recursos Humanos no contrató a una persona trans porque no sabían en qué baño iba entrar.

Y así se constituyen los actos diarios de discriminación desde departamentos de Recursos Humanos, pero también otras áreas en empresas u oficinas de gobierno.

Por eso pienso que, para empezar, urge que desde las instituciones haya cuotas laborales de personas trans en los equipos de trabajo, porque tenemos las capacidades necesarias y cubrimos con el perfil, pero no tenemos tanta oportunidades de trabajo sólo porque RH no sabe qué hacer con nosotrxs. Sobre todo si no se tiene el 'cispass' [personas trans que cumplen con cuerpos hegemónicos y estandarizados que la sociedad califica como hombre y como mujer).

Urge avanzar en el espacio laboral para que nuestros derechos que dicen los papeles puedan ser ejercidos en realidad y también en una sensibilización colectiva sobre cuál es la mejor forma de socializar entre todxs.

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