El impacto psicosocial de la orfandad por feminicidio
A nivel local, la CEAVE es la encargada de atender a los menores, al ser el área operativa del Sistema Estatal de Atención a Víctimas de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Cuando hay un caso de feminicidio, el área de Primer Contacto se encarga de identificar las necesidades inmediatas de la familia afectada.
“Se implementa un plan de atención integral y de ahí se vincula externa e internamente para inferir en las acciones: si hay que pasarlo hacia el área jurídica, trabajo social, psicología, o bien si se requiere desplegar hacia otras instituciones. […] Después se da un acompañamiento permanente e integral, por duelo, principalmente, y se trabaja con los niños, sus tutores y también con procesos individuales o familiares”, explica la coordinadora del Enfoque Psicosocial.
Por su parte, Tania Luján, integrante del Comité Interdisciplinario Evaluador de la CEAVE, expresa que previo al protocolo, dentro de la Comisión se creó un programa de reparación integral para víctimas feminicidio. “Este programa tiene el objetivo de garantizar una reparación integral, incluyendo las cuestiones de alimentación, salud, educación”, detalla en entrevista.
Uno de los objetivos específicos del protocolo es guiar el ofrecimiento del acompañamiento psicológico y socioeducativo de niñas y niños menores de 12 años y de adolescentes menores de 18 años de edad.
“La situación de los NNAOF es de especial preocupación en su contexto de violencia feminicida, porque constituye un evento traumático que, además de quebrar la idea de familia como un espacio de protección, les coloca en un mayor riesgo de la vulneración de sus derechos. El impacto es grave y se requiere de la intervención de todas las instituciones responsables”, dice el documento.
Al respecto, Concepción Cruz, coordinadora del Enfoque Psicosocial, habla de que las niñas, niños y adolescentes tienen que trabajar procesos de adaptación para los nuevos entornos familiares.
“Suelen tener retrasos en el desarrollo, problemas en el lenguaje, consecuencias biológicas en sus procesos evolutivos, conductuales”, especifica sobre quienes viven la pérdida de la madre a una edad muy temprana, antes de los 6 años.
El duelo es un proceso que niñas, niños y adolescentes viven de manera distinta a quienes son personas adultas. Se trata de condiciones traumáticas donde no hay preparación para enfrentar niveles de horror, violencia y maltrato.
“Generalmente los niños son muy pequeños, muchos de ellos no recuerdan, nada más heredan el duelo de la familia. Los niños más pequeños no tienen memoria porque sus capacidades cognitivas no están todavía desarrolladas al 100 por ciento”, refiere Cruz.
Por esta razón, las personas menores de los 12 años cumplidos tienen más posibilidades de recuperación que en la adolescencia.
“Los niños tienen muchísimos recursos de afrontamiento positivos, siempre y cuando hagamos un abordaje adecuado, intervengamos oportunamente y trabajemos de manera integral con claves restaurativas. Sí se recuperan porque hay posibilidades de cerrar procesos”, afirma.
Ivonne Mendoza, coordinadora general del Centro para el Desarrollo Integral de la Mujer A.C. (Cedimac), coincide en que la situación más compleja no es el duelo. Para ella se trata de la adopción.
“Creo que es el principal problema con el que se topan los deudos de las víctimas de feminicidio, padres y madres que tienen que realizar procesos de adopción que no son rápidos, ni son fáciles”, lamenta.
Concepción Cruz destaca que la CEAVE colabora con el DIF Estatal para que intervenga en el traslado de infantes. Sin embargo, esto no siempre implica que los menores se encuentren en un proceso de adopción, porque tienen la tutela de su familia.
“El DIF se encarga de esa parte porque tiene sus propios mecanismos para resguardo buscando redes de apoyo y dejándolos con un familiar si hay condiciones de seguridad. En gran parte de los casos, los menores están tutelados por abuelos o tíos”, acota Cruz.