La tecnología ha permitido mantener cercanía o continuar con la actividad laboral y escolar durante la pandemia. Pero al mismo tiempo, en ese ámbito de interacción, se ha expresado la violencia de género digital, afirma Nashieli Ramírez Hernández, ombudsperson capitalina.
El Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2020 muestra que más de 17 millones de personas usuarias de internet de 12 años o más afirmaron haber vivido alguna situación de acoso cibernético. De ellas, 9.4 millones eran mujeres. El rango de edad que más reportó estos abusos son las mujeres de 20 a 29 años.
Uno de los espacios desde los se puede ejercer esta violencias son las plataforamas de citas. Y sus creadores lo saben. La aplicación Bumble, por ejemplo, nació cuando Whitney Wolf, su creadora, fue víctima de acoso sexual en su antiguo trabajo, Tinder, la otra gran plataforma del segmento.
Nueve años antes, ayudó a su exnovio y cofundador de la aplicación, Justin Meeten. Incluso fue idea suya que se llamara Tinder en referencia al material flamable que comparte su nombre. Sin embargo, dos años después renunció ante el acoso de su expareja. Cuando decidió terminar la relación que tenía con Meeten, él la amenazó y comenzó a sabotearla en el trabajo. En 2014 interpuso la demanda y es en ese momento cuando recibió las amenazas más graves (de muerte y secuestro). Tras sufrir varios ataques de ansiedad, decidió tomar otra vía: fundar su propia empresa. Ahora Bumble está valuada en 11,000 millones de dólares y la riqueza personal de Wolfe asciende a 1,600 millones de dólares y con ello pertenece al selecto 5% de las 500 mayores fortunas del mundo que pertenecen a mujeres.