El body positive y la cultura tóxica del fitness
El problema con la industria, de acuerdo con Noris García Aguirre, entrenadora física profesional y quien espera a que el Semáforo Epidemiológico pase a verde para abrir su propio gimnasio, O2 Virtual fitness Studio, es que aún se aspira a ser un molde universal.
“Ya no vemos los cuerpos delgados que veíamos hace 20 años, ahora el molde es querer tener un cuerpo sumamente tonificado, blanco y que mida por lo menos 1.80 metros. ¿Todas podemos aspirar a eso? No, y no por ello nos tenemos que alejar del deporte por diversión, hobby, salud o cualquier motivo que acerque a las mujeres con la actividad física”, dice.
Que existan modelos normativos de cuerpos no diversos provoca disonancia cognitiva en las mujeres, es decir, crea una tensión interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona y que al mismo tiempo está en conflicto por un comportamiento que no concuerda con las expectativas.
Para García, no hay nada de malo con los cuerpos que muestra la industria en publicidad, pero tampoco con los cuerpos de mujeres que no encajan con ese perfil, sobre todo si se busca vivir un estilo de vida más saludable.
“Es posible tener una vida sana así (haciendo ejercicio), pero no es la única forma. La cultura tóxica del fitness nos dice que sí, que el bienestar en la belleza y estar bien en la salud sólo viene a través de los caminos que la industria muestra, porque la manera en que se valora el cuerpo depende de qué está buscando la sociedad en ese momento”, detalla.
Ilya Parker, pionero del movimiento Decolozing Fitness, fue el creador del concepto de la cultura tóxica del fitness, que se refiere a un conjunto de características sociales, de lenguaje y hábitos, que promueven y refuerzan el racismo, elitismo, body shaming o discursos de odio, bajo el pretexto de pertenecer a un grupo que busca la salud y el bienestar a través del ejercicio.
“Cuando personas con sobrepeso se acercan a entrenadores o gimnasios, la gente asume que van para perder peso, pero qué tal que sólo quieren tener más resistencia”, dice García.
En el caso de las mujeres, recomienda, entrenadoras y preparadores físicos tienen que contemplar factores fisiológicos de cada persona, pero también externos como estilos de vida. Pone como ejemplo a las mamás, quienes tienen vida ocupadas, porque como ya señaló ONU Mujeres, son las responsables de la mayor parte de los cuidados y labores domésticas, además de sus responsabilidades en empleos formales o informales.
“Es irracional ponerles una rutina sin considerar que no tienen el mismo tiempo que otras personas. Tú como entrenador le dices que tienen que dedicarle dos horas todos los días, y si no lo logra, la maltratas psicológicamente y si no ella misma se siente mal y termina desertando porque no cumple con los estándares que no consideran su realidad”, advierte