De acuerdo con una encuesta elaborada por PwC en julio de 2020, en una muestra de 1,000 empresas en México, 66% de los encuestados no practicaba el trabajo remoto antes de la pandemia, no obstante, con el confinamiento el home office fue la única forma de continuar con las labores del trabajo. Para julio de 2020, 97% de los encuestados aseguró querer trabajar en ese esquema de forma permanente.
El teletrabajo, en el caso de la industria textil, era la única alternativa para no sucumbir por completo debido a las medidas impuestas por el gobierno entre las cuales no consideraba ésta como una actividad esencial, por tanto, los talleres pararon por lo menos siete meses de 2020.
Por su parte, Cynthia Buttenklepper, diseñadora y emprendedora de su propia marca homónima, aseguró que en la reestructura de su negocio, la parte administrativa no fue complicada, pero sí la parte física y presencial por ser insustituible cuando se trata de un trabajo manual.
“Tengo un taller propio donde hacemos muestras y hacemos prendas hechas a la medida, que era parte fundamental de nuestro negocio y que dejó de existir durante el confinamiento”, narró.
Para Cynthia, mantener un taller es muy implicado y muy caro porque en su caso no sólo dependía de la producción y venta de sus colecciones, sino de las prendas hechas a la medida. Y al final no pudieron solventarlo y se limitaron únicamente a vender lo que producían hasta enero que pudieron volver al taller de forma escalonada.
“La gente tiene máquinas de coser en sus casas y ya llevan varios años con nosotros y ya saben bien cómo trabajar solas. Sí nos costó recuperar el ritmo de trabajo porque muchas de las mujeres tuvieron que ocuparse de asuntos familiares en horas de trabajo, y cuando estaban en el taller, eso no sucedía”, dijo sobre su equipo de mujeres, quienes en su mayoría viven en Iztapalapa, y tienen de 40 o 50 años.
A partir de la pandemia optaron por establecer nuevos horarios de trabajo, de 10 a.m. a 6:00 p.m. de forma interna.