E: ¿Cómo describirías tu viaje en el mundo laboral?
VV: Para mí ha sido una experiencia muy gratificante y también muy retadora. Tal vez es verdad el decir que “sólo lo difícil es estimulante”. Desde luego, hablo por mi propia experiencia en el mundo editorial mexicano, que ha sido bastante afable en comparación con otras experiencias que he escuchado. El mundo literario sigue siendo un mundo comandado principalmente por hombres y eso a mí me implicó tener que aprender cómo hacerme valer sin ponerme en riesgo, y sin perderme.
Además, yo comencé a escribir y a trabajar en editoriales desde muy joven, aún lo soy, pero entonces era una estudiante, tenía como 19 o 20 años, eso hacía el reto doble. Sentía que tenía que justificar mi participación y mis capacidades todo el tiempo, y que mostrar deseos de aprendizaje o dudas deslegitimaba mis habilidades, cosa que podía no pasarle a los hombres, que parecían tener una legitimidad inherente.
E: ¿A qué obstáculos te has enfrentado en la arena editorial?
VV: Mary Beard en “La voz pública de las mujeres” habla muy bien de las habilidades que muchas veces debemos desarrollar algunas mujeres para participar de un medio donde tu presencia y tu voz generan antes que cualquier cosa extrañeza y sospecha. Es un reto buscar abrir camino en el mundo literario y editorial y ser agente de decisiones sin que te vean como “usurpadora del poder” o sin que se justifique tu posición masculinizándote o degradándote.
Esto último no lo digo por mi propia posición, sino por lo que he visto sobre cómo se refieren a algunas líderes de la industria. Desde luego, como pasa en casi cualquier área de trabajo, tuve que aprender a lidiar con machismos cotidianos; primero a identificarlos, después a cuidar no reproducirlos y por último, aprender a hablarlos para desnaturalizarlos y evitarlos.
Por supuesto que no todo es ir a contracorriente, hay gente maravillosa y muy generosa que está dispuesta a dialogar y buscar dinámicas de trabajo más críticas. Creo que cada vez somos más mujeres las que participamos del mundo editorial en mejores condiciones. Los cuestionamientos de los feminismos han inaugurado posibilidades para que el mundo de las publicaciones sea más crítico con los roles de género, los prejuicios sexistas y otras formas de exclusión. Desde luego, aún queda muchísimo por hacer.