E: ¿Hay sexismo en tu panorama, incluso dentro de Dharma Books?
VV: Es importante decir que estamos trabajando en distintos niveles para buscar socavar los sesgos de género en nuestro espacio de trabajo y en nuestras maneras de (co)laborar.
Es fundamental atender el problema en todas las dimensiones de nuestra labor, no hacer pantomimas matemáticas de igualdad. Buscamos atender el reconocimiento de autoras, dictaminadoras, editoras, periodistas, lectoras, diseñadoras, críticas y gestoras, de todas las que somos parte de la industria editorial; lo mismo en lo que refiere a los puestos que ocupan las mujeres –en Dharma, más de la mitad del equipo está conformado por mujeres, y ocupamos puestos de liderazgo–.
Esto también vale, y de forma indispensable, para intentar generar dinámicas de trabajo más críticas y cuidadosas; buscamos repensar cómo abordamos los problemas, qué valoramos más en el momento de una crisis o en el instante en el que alguien del equipo requiere apoyo, cómo dialogamos, qué procesos seguimos para tomar decisiones y para el día a día. Ahí está el verdadero trabajo.
En 2019, Dharma Books anunció su primera convocatoria para Mujeres Poetas de Habla Hispana.
¿Por qué decidieron lanzar una convocatoria para mujeres en Dharma Books? ¿Qué resultados ha obtenido desde que la implementan?
VV: Éste no es un esfuerzo que se trate de un mero tema de cuotas, asunto que constantemente se desvía a pensar que algo así nos pone a decidir qué se valora más, si el género o la calidad. Ésa es la crítica de quien no comprende que esa mirada es ingenua y simplista porque supone una igualdad estructural anterior que no existe aún. Además, decidir acotar una convocatoria a que sea exclusiva para mujeres no excluye otros factores de evaluación de las obras, como su adecuación a la línea editorial y el criterio de calidad del sello. No tenemos miedo de declarar desierta una convocatoria así si no se cumple con lo anterior. No es un espacio para la condescendencia, esos espacios ya abundan y pueden ser igualmente dañinos para el fomento de estereotipos de género. Se trata de generar un espacio de encuentro que nos ayude a cuestionarnos cómo leemos, qué tipo de canon tenemos interiorizado, qué sí y qué no estamos valorando y por qué. Esto no es nada sencillo, porque no dejamos de ser un proyecto que está inmerso en muchas lógicas que buscan condicionar el trabajo editorial, como lo es por supuesto el mercado.