El ciberacoso laboral
La crisis económica por la pandemia obligó a las mujeres a aceptar condiciones indignantes en el entorno laboral. Antes de guardar el confinamiento, Diana, de 26 años, trabajaba como asistente financiera en un banco.
“Al principio sólo eran comentarios, ‘qué guapa’ o de manera ‘casual’ él tocaba mi cintura”, Diana identifica las circunstancias que su jefe fomentaba en la oficina. “Un día tuvimos que regresar a las instalaciones por mi mochila, cuando salí de su auto, él tocó mis glúteos. ‘Siempre te me has antojado’, dijo”.
Diana, quien utilizó otro nombre en este texto para proteger su identidad, apenas reaccionó tras la agresión y al día siguiente acudió a Recursos Humanos a denunciar. “Me dieron dos opciones: ‘o procedes, pero no te daremos carta de recomendación ni finiquito; o te vas con tu finiquito’, ya que no cubrían casos ligados a código de vestimenta". La joven trabaja con el uso obligatorio de una falda junto a su acosador.
A la discriminación que Diana enfrentó, se sumó la cuarentena. El panorama forzó a la joven a soportar un mes de actividades en las que había ciberacoso diario. “Me decía que necesitaba estar conmigo y que sólo sería una vez para que se le quitaran las ganas”. La joven bloqueó en WhatsApp a su jefe y renunció al empleo.
Si bien Diana no denunció ante otra instancia legal debido a los gastos que debía solventar, tuvo una represalia: “ya no puedo poner esa experiencia laboral por las condiciones en que había quedado con la empresa”, la joven omite especificaciones, pues su acosador aún trabaja en aquel banco.
El ciberacoso es una realidad que pocas veces se denuncia y en el entorno laboral, el miedo a las sanciones de quienes usan una posición de poder para violentar a las mujeres es el principal obstáculo. De acuerdo con SEMUJERES, de las 162 carpetas de investigación retomadas en párrafos anteriores, sólo tres casos de ciberacoso laboral llegaron a la Secretaría.
De acuerdo con cifras de la secretaría, el ciberacoso en espacios de trabajo es perpetrado por compañeros de igual y mayor jerarquía. El tipo de acoso que experimentó Diana corresponde al
vertical descendente
; de un superior hacia una empleada de menor rango.
La investigadora de género Amneris Chaparro considera que el acoso es “una manifestación de relaciones de poder”; lo que empeora si el acosador tiene un cargo laboral más alto respecto a la víctima. “A las mujeres -continua- se les coloca en posiciones de menor prestigio”. Las consecuencias se traducen a abusos de poder, intimidación y violencia económica.
Ari, de 25 años, solicitó el servicio de taxis que brinda el bar donde trabaja. Después de una jornada laboral que terminó en la madrugada, Ari contemplaba el camino, así despejaba el temor a enfermarse por salir a trabajar durante los días más críticos de la pandemia en Ciudad de México.
El escenario era diferente y el pasar de los minutos hacía el trayecto irreconocible. El taxista “no me quería dejar en mi casa y me quería llevar a otro lugar en contra de mi voluntad”, revive el viaje que pareció un viaje eterno. Después comenzó el ciberacoso “siempre me escribía piropos por WhatsApp, aunque no le contestara”.
Las insinuaciones se convirtieron en otros actos coercitivos. “No me quería cobrar los viajes y me enteré que cualquier otro taxista que me llevara, sería castigado por él”, cuenta Ari el abuso de autoridad de su acosador, dueño de la base de taxis.
Cuando el ciberacoso escapó del control de Ari, decidió “hacer justicia por su propia mano”. Con expresiones breves y un tono apagado, la joven admite que sus primos y ella misma tuvieron que ir a hablar con el taxista para detenerlo.