Un año después, las mujeres han encontrado otras formas de ordenamiento, nuevos espacios de aguante y otras vías para combatir la violencia y la desigualdad por género.
Sin embargo, esta resistencia surgió en medio de un incremento en los niveles de desempleo (formal y informal), una saturación de labores para las mujeres que atienden -sin remuneración- los cuidados propios y de sus familias y, además, una escalada en los índices de violencia intrafamliar.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que México es uno de los países con las tasas más altas de asesinatos de mujeres en el mundo. Y, de acuerdo, con el último informe publicado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) el 21 de febrero, durante todo 2020 se registró un total de 2,791 feminicidios, 77 más que 2019, esto sólo de acuerdo con el número de carpetas de investigación iniciadas ante el Ministerio Público.
“Yo creo que estábamos en un ánimo muy arriba, en el 8M de 2020 todas regresamos con una emoción muy particular, el tema más importante para mí fue que se rompió la brecha generacional y la división de clase, pues yo vi a amigas, tías, mamás, abuelas”, asegura Leticia Bonifaz, abogada experta en Derechos Humanos que desde 2020 es integrante del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer .