Las expectativas frente al techo de cristal
Marilyn Loden, una consultora laboral, suele ser la referencia obligada sobre la primera vez que se usó el término “techo de cristal” para referirse a que las mujeres no ascienden debido a la falta de equidad en los espacios laborales.
Hoy entendemos que el techo de cristal se refiere a los obstáculos, casi imperceptibles por ser tan cotidianos, en la movilidad de las mujeres en el trabajo.
“El techo de cristal comprende las llamadas prácticas imperceptibles de discriminación que afectan el avance profesional de las mujeres a cargos directivos e implica que las desigualdades aumentan claramente cuando aspiran a cargos más altos dentro de una organización”, explica Victoria Judith Chuco Aguilar, doctora en Administración de Empresas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su tesis de maestría “El fenómeno del techo de cristal en el acceso de las mujeres a
cargos ejecutivos”
Por ello, que Ngozi Okonjo-Iweala esté al frente de un organismo de esa magnitud representa un caso de éxito más de mujeres que logran romper ese techo invisible, y muy pesado. Sin embargo, ¿qué expectativas pueden tener las mujeres sobre ella?
En su primer discurso, que es para agradecer su nombramiento, las primeras veces que lo hace (usar la palabra mujer) define lo que intenta no decir, hacer un sobreuso de la palabra para recalcar que le dieron ese nombramiento por sus conocimientos y experiencia y no por ser mujer”, sostiene Estefanía Camacho, especialista en género y finanzas.
Incluso, en los primeros días de febrero, un diplomático europeo -que decidió quedar anónimo- aseguró en una entrevista a AFP que no fue escogida por ser una mujer o africana, sino porque sobresalía como la candidata con las mejores calificaciones, experiencia y cualidades.