¿Qué cambios ves en las niñas después de trabajar con ellas?Es mágico. Muchas llegan calladas, casi invisibles, como si ocupar espacio fuera algo prohibido para ellas. Pero cuando empiezan a confiar, sus miradas cambian. Se vuelven más seguras, levantan la mano, participan. Cuando ves que una niña se da permiso de soñar, sabes que algo dentro de ella ha cambiado para siempre.
¿Cómo lidias con la frustración de no poder llegar a todas las niñas que lo necesitan?Es difícil, pero aprendí a enfocarme en lo que sí podemos hacer. No podemos cambiar todo de un día para otro, pero cada niña que ayudamos es un paso hacia adelante. Me aferro a la idea de que el cambio empieza con una persona, y de ahí crece.
¿Qué significó para ti ser mujer en un deporte dominado por hombres?Fue desafiante. No solo tenías que demostrar que eras buena, tenías que ser mejor para ser tomada en serio. Al principio sentí mucha presión para encajar, para no fallar. Pero luego entendí que no tenía que demostrar nada a nadie más que a mí misma. El golf me enseñó que el verdadero éxito no está en el reconocimiento externo, sino en la paz interna de saber que diste lo mejor de ti.
¿Qué papel jugaron tus padres en tu camino?Ellos son la base de todo lo que soy. Mi mamá siempre tuvo una sensibilidad especial para ayudar a los demás. Era algo natural para ella, y creo que lo absorbí desde pequeña. Mi papá me enseñó disciplina, pero también a disfrutar el camino. Su apoyo incondicional me dio la fuerza para intentar cosas que parecían imposibles.
¿Qué significa para ti el miedo?El miedo siempre está ahí, pero aprendí a no verlo como un enemigo. Es una señal de que algo importa. Lo sentí muchas veces en mi carrera: antes de torneos, en momentos de presión, y también en este trabajo filantrópico. Pero el miedo también es un motor. Si lo usas bien, te empuja hacia adelante.
¿Qué haces cuando un proyecto no funciona como esperabas?Primero, acepto que no todo saldrá bien. Me doy permiso para sentir la frustración, pero no me quedo ahí. Me detengo a analizar qué salió mal y qué podemos aprender. Creo que los fracasos son parte de cualquier proceso, y si los enfrentas con humildad, siempre te enseñan algo valioso.
¿Qué significa el éxito para ti ahora?Antes lo medía en trofeos y rankings. Ahora lo mido en niñas que sonríen, que alzan la voz, que empiezan a creer en sí mismas. El éxito es saber que lo que hago está dejando algo positivo en el mundo, aunque sea pequeño.
¿Qué has aprendido de las niñas con las que trabajas?Me enseñaron que la esperanza siempre encuentra un lugar para crecer, incluso en los entornos más difíciles. Muchas de ellas enfrentan cosas que parecerían imposibles, pero siguen soñando. Esa fuerza me inspira y me recuerda que cada esfuerzo vale la pena.
¿Qué sueñas para las niñas de México?Sueño con un país donde cada niña tenga la oportunidad de aprender y soñar en grande. Un lugar donde no se vean limitadas por su género ni por las circunstancias en las que nacieron. Quiero que vivan sin miedo, con la certeza de que tienen derecho a ser lo que quieran ser.
¿Cuál sería el peor futuro para las niñas en México?Un futuro donde sigan teniendo miedo de soñar, de intentarlo, de fallar. Donde las oportunidades sigan siendo privilegios para unas pocas. Eso sería devastador, porque significaría que no hicimos lo suficiente.
¿Y el mejor futuro posible?Un México donde las niñas no solo sueñen, sino que tengan las herramientas y el apoyo para hacer esos sueños realidad. Donde el acceso a la educación, la seguridad y las oportunidades sea igual para todas. Eso es lo que me impulsa cada día.
¿Qué significa para ti la frase “dejar un legado”?El legado no está en lo que lograste para ti, sino en lo que dejas para los demás. Es abrir puertas para que las niñas que vienen detrás de ti tengan un camino más fácil, más libre. Si una niña puede soñar en grande porque vio que alguien como ella pudo hacerlo, entonces el círculo se completa.
Si pudieras hablar con la Lorena de 20 años atrás, ¿qué le dirías?Le diría que confíe más en sí misma. Que no tema a los errores, porque son parte del aprendizaje. Le diría que todo lo que está por venir —las victorias, los fracasos, los desafíos— valdrá la pena, porque al final encontrará un propósito mucho más grande que el golf.