¿Qué mecanismos de defensa implementan las víctimas y qué papel juega el aislamiento en estos casos?
En Luchadoras, buscamos ayudar a las personas a encontrar maneras de protegerse sin perder su libertad de expresión y su derecho a interactuar en el mundo digital. Creemos que es fundamental empoderarlas para que puedan vivir sus vidas sin miedo y para que se sientan seguras, tanto en el espacio digital como en el físico.
¿Qué aconsejan a las personas que se sienten responsables de la violencia que experimentan?
Es común que las personas que sufren violencia digital sientan que de alguna manera son responsables de lo que les sucede. En muchos casos, la narrativa social les hace creer que fue un error confiar en alguien o compartir cierta información personal. Sin embargo, uno de los mensajes fundamentales que transmitimos en Luchadoras es que la responsabilidad no recae en la víctima, sino en quien ejerce la violencia.
La culpa es una barrera enorme, porque impide que las personas busquen ayuda o se abran sobre lo que están viviendo. En nuestro acompañamiento, trabajamos mucho en resignificar el concepto de responsabilidad y en ayudar a las personas a entender que ellas no son las culpables de la violencia que están experimentando.
La confianza no es algo negativo, y el problema no es haber confiado, sino la traición y el abuso de esa confianza por parte de otra persona. Nuestro objetivo es crear un espacio donde las personas puedan hablar abiertamente, sin temor a ser juzgadas, y donde puedan comenzar a liberar la carga emocional de la culpa. Sabemos que este es un proceso largo, pero creemos firmemente que es el primer paso para una recuperación real.
¿Cuáles son los principales obstáculos legales que enfrentan las personas afectadas por violencia digital?
A pesar de avances legales, como la Ley Olimpia, que reconoce y nombra la violencia digital, existen enormes desafíos en el acceso a la justicia. Una de las barreras principales es la falta de preparación del sistema legal para abordar estos casos de manera efectiva. Las denuncias suelen acumularse y avanzar muy lentamente, y en muchos casos, la víctima es quien debe probar que el contenido fue compartido sin su consentimiento o que sufrió amenazas. Esto resulta difícil cuando las pruebas son limitadas o el agresor utiliza cuentas anónimas para ocultar su identidad.
Otro gran desafío es el anonimato en el entorno digital, lo cual complica la identificación de los agresores y el seguimiento de los casos. En muchos casos, las víctimas saben quién es el responsable, ya que suelen ser personas cercanas como ex-parejas, pero no siempre es posible demostrarlo.
¿Qué visión tienen del futuro en términos de prevención y respuesta ante la violencia digital?
Nuestra visión es un futuro en el que no sea necesario contar con líneas de apoyo para víctimas de violencia digital, porque el espacio digital será un lugar seguro para todas las personas. Para llegar a este punto, es fundamental un cambio en varios niveles: avances en la legislación, educación digital y, sobre todo, un cambio cultural. Es importante que se desarrollen leyes efectivas y robustas que ofrezcan protección real a las personas y que la sociedad comprenda que lo digital es tan real como lo físico.
En un mundo donde lo virtual se ha convertido en una extensión de nuestras vidas, garantizar la seguridad en línea no es opcional. Es urgente fortalecer la legislación, exigir mayor responsabilidad a las plataformas y construir redes de apoyo que permitan a las víctimas recuperar su dignidad y su tranquilidad.