Cada 18 de septiembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, una fecha establecida para reforzar el compromiso global con la eliminación de la brecha salarial de género, e invita a reflexionar sobre los desafíos persistentes que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral y destaca la importancia de adoptar medidas concretas para alcanzar una verdadera equidad salarial. En México, la relevancia de esta fecha se magnifica ante las estadísticas que muestran una disparidad significativa en los ingresos entre hombres y mujeres, incluso cuando desempeñan funciones similares.
Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres en México ganan un promedio de 16.5% menos que los hombres. Esta cifra no solo refleja una desigualdad directa en los salarios, sino que también subraya cómo las mujeres están frecuentemente relegadas a roles laborales de menor remuneración y cómo interrupciones en la carrera profesional, como la maternidad, impactan desproporcionadamente en sus trayectorias y progresos económicos.
El McKinsey Global Institute ilustra que cerrar la brecha de género en el mercado laboral podría incrementar el PIB mundial en hasta $12 billones para 2025, evidenciando no solo un imperativo moral, sino también un sólido argumento económico para promover la igualdad de género en el trabajo.
En el panorama global, alcanzar la igualdad salarial entre géneros representa uno de los desafíos más difíciles y cruciales para lograr un progreso socioeconómico auténtico. A pesar de avances notables en los derechos y la participación laboral de las mujeres en las últimas décadas, la brecha salarial de género persiste, subrayando no solo las injusticias dentro del mercado laboral sino también señalando las ineficiencias al no aprovechar completamente el potencial humano disponible.
La brecha salarial es un fenómeno influenciado por múltiples factores estructurales, culturales y legales. Diferencias en educación, segregación ocupacional por género y la penalización por maternidad son algunos de los elementos que perpetúan esta brecha. Además, los estereotipos de género en el ámbito laboral limitan las opciones de carrera para las mujeres y fortalecen las estructuras de poder tradicionales que favorecen predominantemente a los hombres.
El término "techo de cristal" se utiliza con frecuencia para describir las barreras invisibles que impiden a las mujeres acceder a posiciones de liderazgo y obtener una remuneración mayor. Este fenómeno se observa tanto en México como en todo el mundo, con particularidades locales que reflejan las diferencias culturales y estructurales. Por ejemplo, en Italia se habla del "soffitto di cristallo", mientras que en Francia se utiliza la metáfora del "plafond de verre" para describir limitaciones similares.
Un concepto relacionado es el "piso pegajoso", que alude a las barreras que mantienen a las mujeres en posiciones de baja movilidad y remuneración dentro de las organizaciones. Estas expresiones no solo ayudan a conceptualizar el problema, sino que también resaltan cómo el lenguaje en el lugar de trabajo puede perpetuar la desigualdad salarial.
Abordar eficazmente la brecha salarial requiere de un enfoque multifacético que incluya reformas legislativas, políticas empresariales enfocadas en la igualdad de género, y programas de apoyo a la maternidad y paternidad. La educación y la sensibilización sobre cómo los prejuicios inconscientes y las prácticas culturales perpetúan la desigualdad salarial son esenciales para propiciar un cambio significativo y duradero.