Este problema se refleja en sectores como el de la salud, donde las mujeres pagan mucho más que los hombres en atención médica debido a la falta de productos y tratamientos diseñados específicamente para ellas. Un estudio de Deloitte reveló que, en Estados Unidos, las mujeres gastan 15 mil millones de dólares más al año en salud que los hombres. Esta disparidad es solo un ejemplo de cómo la falta de diversidad en la toma de decisiones impacta de manera directa a las mujeres.
Raptis también señala que los sesgos inconscientes son uno de los mayores obstáculos que enfrentan las mujeres cuando buscan financiamiento. Los inversionistas suelen respaldar proyectos que les resultan familiares, lo que pone a las emprendedoras en desventaja. "En muchos casos, los hombres que invierten no entienden las soluciones que las mujeres proponen, especialmente en sectores como la tecnología de salud." Este sesgo no es solo un problema de percepción, sino que afecta la innovación y la capacidad de desarrollar productos que atiendan a una audiencia diversa.
Otro obstáculo importante es el acceso a redes de contactos. Las conexiones informales que los hombres establecen en círculos sociales y profesionales, como clubes deportivos o eventos exclusivos, son una ventaja que muchas mujeres no tienen. "He visto a mujeres con proyectos sobresalientes no poder avanzar más allá de una ronda A, mientras que sus colegas masculinos, con modelos de negocio similares, consiguen inversión porque tienen las conexiones adecuadas," comenta Raptis.
A pesar de estos desafíos, la inversión en mujeres no solo es justa, sino que también representa una gran oportunidad económica. Estudios de McKinsey han demostrado que las empresas con equipos diversos tienden a obtener mejores resultados financieros. La inclusión de mujeres en la toma de decisiones no solo impulsa la equidad, sino que también genera productos más inclusivos y mejores rendimientos financieros. "Nosotras no vemos a las mujeres como beneficiarias. Son creadoras de valor," señala Raptis, subrayando que cambiar la narrativa es esencial para reconocer su capacidad de generar riqueza.
Sin embargo, muchas mujeres enfrentan una barrera interna: el síndrome del impostor. Esta sensación de inseguridad hace que duden de su capacidad para liderar proyectos o recibir inversión. "El síndrome del impostor es algo que debemos dejar atrás. No podemos permitir que las narrativas limitantes nos definan," enfatiza Raptis. Este fenómeno también está vinculado a las expectativas sociales sobre el rol de la mujer en la familia, lo que genera presión adicional para equilibrar la vida personal y profesional.
En un mundo cada vez más digital, la adopción de tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y el big data es crucial para las mujeres emprendedoras. Estas herramientas no solo mejoran la eficiencia, sino que también permiten desarrollar soluciones innovadoras para enfrentar desafíos sociales y económicos. Raptis cree que las mujeres están en una posición única para liderar estos desarrollos, ya que viven de cerca los problemas que sus soluciones pueden abordar.
El futuro de las inversiones para mujeres en América Latina es prometedor. Fondos como Amplifica Capital están ayudando a construir un ecosistema más inclusivo, donde las mujeres no solo reciban inversión, sino que también se conviertan en inversionistas y líderes en la toma de decisiones. "Cuantas más mujeres estén en las mesas de decisión, más inclusivo será el futuro de las inversiones," concluye Raptis.