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“Si una mujer puede estar en el fútbol, no hay lugar donde no pueda estar”

Andrea Ruiz, directora de Girls United, una organización que fomenta el fútbol femenino en niñas, asegura que a través de este deporte las mujeres pueden transformar sus vidas.
jue 01 agosto 2024 04:22 AM
Andrea Ruiz, directora de Girls United, junto a parte del equipo de las niñas jugadoras de fútbol.

Sandy dice que para sus hermanas y ella, el fútbol fue un auxilio. Perder o ganar no importaba, solo estar en el campo, pateando un balón. “Fue algo que pudimos abrazar, algo que nos escuchó y que a la vez nos dio muchos consejos. Fue el lugar en donde podíamos estar bien, en donde nos podíamos olvidar de las cosas malas del mundo”, recuerda.

Aunque en su infancia no tuvo espacios para sumergirse de lleno en el fútbol porque no existían espacios pensados para mujeres, hoy encontró en Girls United, una organización que fomenta el fútbol femenino en niñas de entre 5 y 18 años y que desde su lanzamiento, en 2017, ya ha trabajado con 135 coaches para impartir más de 6,000 horas de fútbol a más de 5,000 participantes en 33 locaciones del país.

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Este año, la iniciativa fue ganadora en el programa ​​Deporte para el Empoderamiento Femenino de la FIFA Foundation y la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ), siendo la única organización elegida de México.

La organización fue seleccionada de entre otras 200 de 30 países que presentaron sus propuestas, en un concurso en el que la base de los requisitos era que los proyectos fueran efectivos en el uso del deporte como herramienta de lucha por la igualdad de género, combatir la violencia de género o sexual, y/o reforzar el protagonismo de la mujer.

¿Qué es Girls United y cómo llega a tu vida?

Girls United es una organización internacional que se dedica al empoderamiento de niñas y mujeres utilizando el fútbol como herramienta para hacer este cambio social. Aunque nació en el 2017, yo me integré en el 2021.
Vengo de un background de estar como en trabajo de desarrollo de políticas públicas, impacto social con jóvenes y mujeres. Y por cosas del destino, llego a una de las comunidades en las que trabaja Girls United, que está en Bacalar, en el sureste de Quintana Roo.

Como he sido deportista toda mi vida -basquetbolista -tenía ganas de tener un equipo otra vez de mujeres para jugar. Y me encontré con uno que jugaba fútbol y me metí. Un día tuvimos un evento súper violento en que estábamos entrenando mujeres de 30, 40 años, y llegó un entrenador a decirnos que es un espacio para hombres, que nosotras no sabíamos jugar fútbol porque éramos mujeres.

Llamaron a la policía y nos amenazaron con echar piedras en el coche. Nosotras teníamos permisos gubernamentales para entrenar, pero aun así nos vimos involucradas en esta situación horrible.
En ese momento sentí que la entrenadora necesitaba apoyo. La invité a cenar y me contó que ella trabajaba para Girls United. Me enamoré de la causa, empecé a trabajar como voluntaria y después de unos meses me quedé en la dirección y después de un tiempo llegamos a Ciudad de México.

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Y la asociación en general o la organización, ¿dónde surge y por qué surge?

La organización surge en Bacalar en el 2017. Romina, la fundadora, se dio cuenta que hay muchísimas mujeres que aman el fútbol, que quieren desarrollarse en el fútbol, pero no existía el espacio para hacerlo. Esto fue mucho antes de que existiera la liga femenil de México.

Pero, bueno, era evidente y todavía es evidente que hay una falta de espacios que sean seguros para que las niñas puedan desarrollarse dentro del fútbol. Lo que pasa es que sí hay muchísimos de niños en donde se les da la bienvenida, en grupos de 20, 30 niños y se les dice “puedes entrar si quieres”, pero al final terminan saliéndose porque no la pasan bien. Por cada niño que deja el deporte, dos niñas lo dejan. Y tiene que ver con esa falta de construcción de espacios.

¿Cómo es el proceso para establecer estos espacios seguros y fomentar la participación de niñas y mujeres en el fútbol?

Desde la parte de la planificación nos fijamos cuáles son las áreas foco de la ciudad en donde se requiere más apoyo, nos fijamos en la violencia que se vive en ciertos espacios y decidimos instalarnos allí. En el caso de Ciudad de México está en la zona de Iztapalapa. Una vez que logramos el espacio, reclutamos a las niñas a partir de ligas de confianza para los padres de familia y de alianzas que hacemos desde el gobierno.

Detrás de la asociación hay toda una construcción de metodología sociodeportiva que está diseñada para el desarrollo de habilidades de vida a la par con las habilidades deportivas que se ejecutan en cada entrenamiento.

También está la parte de la formación de coaches, porque al final no nos podemos multiplicar y entrenar cada grupo. Y lo que hemos visto para la sustentabilidad de un impacto social profundo es involucrar a líderes locales. Entonces, lo que hemos hecho es buscar mujeres que están interesadas en ser estas agentes de cambio dentro de sus bases, o que ya lo son, y las capacitamos en esta metodología. Además, cuando las niñas ven a estas líderes y a otras niñas se genera un efecto dominó: si ella pudo, yo también puedo.

¿Y el financiamiento cómo funciona?

Trabajamos con el gobierno y con marcas privadas. Este año, por ejemplo, acabamos de recibir un fondo de FIFA Foundation que es súper importante para realizar nuestra labor. Pero también tenemos muchos empresarios locales que nos pueden aportar productos en especie. Hace poco hablábamos con una mamá y reflexionamos: “si una mujer puede estar en el fútbol, ¿en dónde más no puede estar?”.

El fútbol es precisamente un deporte predominantemente varonil y está hecho, diseñado para ellos. Entonces, construir un espacio donde las niñas puedan sentirse ellas mismas, seguras, es un desafío que vale la pena porque abre las puertas a muchas otras cosas relacionadas no solo con el deporte sino con sus vidas personales y en un futuro, también con sus vidas profesionales.

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¿Qué casos de niñas que hayan atravesado esta transformación se quedaron en la memoria?

Hay una de ellas que me decía: “maestra, antes de entrar al equipo, solo mis papás me echaban porras en mis tareas o cuando jugaba a algo. Y ahora tengo todo un grupo de compañeras, de maestras. Mis amigos del colegio dicen, ella es la futbolista, me vienen a ver a los partidos”. Esta niña sintió que su red creció con el fútbol, que muchas personas ya creen en ella ahora. Que es protagonista de su propia película, que pueden desarrollar sus habilidades, tomas las riendas. Esto es algo muy especial que se filtrará, de seguro, a muchas áreas de su vida.

¿Y cómo hacen para mejorar los programas en el año a año y que sigan siendo lugares de desarrollo y seguridad de las niñas?

Intentamos que constantemente tengan una voz dentro de los programas, darles espacios para decirnos. Preguntarles ¿qué cosas sí te están gustando? ¿Cuál es no tanto? ¿Qué te gustaría que fuera diferente?
Al final es para ellas, para que ellas se sientan cómodas e incluidas. Y para eso necesitamos escuchar sus voces y amplificarlas.

Tenemos un fuerte trabajo de medición y evaluación. Sabemos que el 98% de nuestras niñas sienten que su confianza ha evolucionado desde que entraron a Girls United y eso es muy emocionante. Hacemos un registro de inicio para saber todas las cosas que tenemos que saber. Y algo que nos impresionó muchísimo es que el 88% de ellas nunca antes había estado en un espacio deportivo exclusivo para niñas.

También trabajamos encuestas de satisfacción con los padres de familia. Porque al final, las niñas muchas veces tienen 8, 9 años, y si dejan de venir o sí llegan o no a tiempo a los entrenamientos, es por el acompañamiento -o no- de sus papás y mamás. Es un gran desafío convencer a sus papás y a sus mamás, sus tutores o quienes las lleven, que este es un espacio que es bueno para ellas Y en nuestra última encuesta nos dijeron que el 100% de ellos marcaron, en una escala del 1 al 5, al 5 en cuanto a la importancia de este espacio para el desarrollo de sus hijas.

¿Las niñas se acercan desde un deseo propio o hay también quienes se acercan como guiadas por sus papás o mamás y después descubren que eso sí les gusta?

Todavía estamos en el proceso de descifrar si su motivación es intrínseca o si viene más de una motivación externa. Estamos haciendo trabajo con psicólogas para ver cómo sucede ese proceso. Por ahora, lo que hemos visto dentro de los formatos de registro es que muchos llegan porque quieren crecer en su fútbol. Pero después de ese primer grupo, también muchas llegan porque sus amigas las invitan.

Por ejemplo, hay una chica aquí en Ciudad de México que su mamá y papá cuando la trajeron dijeron que ella tenía problemas de adaptación, que no se llevaba muy bien con sus compañeros en el colegio. Cuando entró al equipo, si no nos hubieran dicho, jamás nos hubiéramos imaginado que tenía temas de socialización. Porque la chava es super extrovertida, comprometida; hasta, se ha vuelto vocera de la organización, con 9 años. Y tiene a sus mejores amigas en la cancha.

El fútbol se transformó tanto en su aliado que ahora se lleva con todas sus vecinas porque la invitan a jugar al fútbol informalmente a sus juegos porque saben que juega bien.

¿Cuáles son esas herramientas que crees que esta niña y otras ganan a través del fútbol concretamente?

Tenemos seis habilidades de vida identificadas que buscamos desarrollar a través de nuestro currículum, como la comunicación, la toma de decisiones, la asesoría de riesgos, el liderazgo, la resiliencia y la confianza. Siempre que hay un entrenamiento, una de esas es el objetivo dentro de los ejercicios, junto con una habilidad deportiva, sea pase, tiro, conducción, o cualquier otro.

Sus mamás y papás nos han dicho: “desde que forma parte del equipo en la escuela trabaja mucho mejor”. Ganan la capacidad de colaborar con otras personas, de crear colaborativamente y de confiar más en ellas mismas y en su aporte.

En el fútbol masculino, siempre hay mucha referencia a ídolos, ¿qué sucede con la representación de quiénes son las ídolas de estas niñas?

En Girls United colaboramos con jugadoras y entrenadoras globales, que son profesionales que se conectan con las niñas, van a las sedes y charlan con ellas. Una de ellas se llama Caroline Weir, juega con el Real Madrid y en el seleccionado nacional de Escocia. También está Vero Boquete, quien también ha visitado a las niñas y es embajadora. Y por último, te involucramos a una jugadora mexicana el año pasado que se llama Mónica Rodríguez. Ella fue muchos años capitana del Club América, ahora hizo una transferencia a Juárez en la última temporada y fue una de las primeras jugadoras en la Liga MX.

¿Y qué sucede en general con la representación de la mujer en el fútbol, más allá de estas idolas profesionales?

En este torneo del Día Internacional de la Mujer, por ejemplo, compramos unos trofeos y pedimos específicamente que se aseguraran que las figuras del trofeo fueran niñas. Porque siempre hay varones, es muy difícil conseguir trofeos que tengan figuras de niña, que es algo que no te imaginas hasta que vas a comprarlo. Cuando los recibieron, las niñas estaban fascinadas. Decían: “¡Tienen cola de cabello!

No nos dimos cuenta del poder que tenía esa acción hasta que lo vimos en ese torneo. Y terminar de darnos cuenta que la visibilidad siempre es todo para creer que puedes llegar a un espacio grande en el que puedes ser tú misma y triunfar.

Danna y Sandy, jugadoras de Girls United

Sandy es Líder de la Sede de Miguel Hidalgo y asegura que en su familia son casi todas mujeres futboleras. “Hay quienes aún no han nacido y ya diría que lo traen en las venas”, bromea.

“Sin embargo, crecimos en un lugar donde las mujeres son para la casa y los hombres son quienes tienen libertad, y eso no ha sido fácil ser mujer ni en el deporte ni en la vida”, reflexiona. “Cuando tenía 13 años jugaba en un equipo y siempre era un problema que los hombres nos dejaran el campo. No medían lo que nos decían, era muy complicado. Me di cuenta que con eso me iba a topar todos los días, y más siendo de un pueblo”, dice.

Sandy dice que para sus hermanas y ella, el fútbol fue un auxilio. Perder o ganar no importaba, solo estar en el campo, pateando un balón. “Fue algo que pudimos abrazar, algo que nos escuchó y que a la vez nos dio muchos consejos. Fue el lugar en donde podíamos estar bien, en donde nos podíamos olvidar de las cosas malas del mundo”, recuerda.

“Mi abuelo fue el que siempre nos apoyó. Él nos animaba y festejaba cuando ganábamos. Cuando él falleció hace algunos años, todas nos retiramos de las canchas. Sentimos muchísimo su ausencia porque no había quién nos respaldara. Fue entonces que llegó Girls United a mi vida y me convertí en coach. Ya siendo mamá y esposa, encontré de nuevo un rinconcito en el que puedo estar bien. El fútbol ya era una anécdota y ahora estoy pensando en volver a la escuela y estudiar una carrera en educación física. No era algo que planeaba, pero ahora que soy coach y estoy a cargo de un grupo, sé que puedo”, asegura.

“Deseo que Girls United llegue a todo el mundo y que más entrenadoras, más mujeres como yo, puedan darse cuenta de que sí se puede. Y que le demos más alas y herramientas a las niñas, para que nunca se limiten y se emocionen por el futuro, como yo me emociono ahora”

Danna, de Girls United Chetumal, es la más pequeña de dos hermanas. Su papá, Don Santos, primero las metió a folklore porque creyó que les gustaría esa actividad. Pero la pequeña lo sorprendió con otra decisión: quería jugar al fútbol.

“Desde chavo siempre jugué, pero no se veían niñas jugando. Nunca se me ocurrió que le gustaría, porque además con ella nunca había tocado un balón ni veíamos fútbol juntos. Me sorprendió mucho cuando me dijo, pero me emocionó porque iba a poder verla desarrollarse en algo que a mí me encanta”, señala Santos.

Ahora él se describe como “el papá de una niña que está abriendo brecha, y que tiene como misión acompañarla e impulsarla. “Yo creo que el fútbol le enseña que las situaciones, por muy difíciles que sean, hay que enfrentarlas y dar la cara. El que te metan un gol o tengas un fracaso, no quiere decir que se acaba el juego. Hay que continuar.”, reflexiona.

“Girls United es una gran puerta para darle a niñas como Danna esas oportunidades y vivencias porque aún hay muy pocos espacios para ellas. Lo que he observado es que aquí lo importante es su crecimiento diario y que aprendan sobre responsabilidad, trabajo en equipo, y otras cosas que no tiene que ver con ganar una copa o un partido. Eso me hace sentir en confianza con el equipo y con las coaches. Me siento en familia, comparto con personas que me hacen sentir bien, y con quienes puedo disfrutar los momentos que vivo con mi hija.”, dice.

“Yo espero que Danna nunca me pregunte qué debe hacer, como yo lo hacía con mi papá. Por eso siempre le pregunto “¿Tú qué quieres?” Para mí lo más importante es que mis hijas sean felices y hagan lo que les gusta. Claro que quiero que sean exitosas, pero primero quiero que sean felices y lo que decidan, siempre las voy a apoyar. Porque cuando haces lo que te llena, lo que realmente te apasiona, lo demás pasa a segundo plano. Eso es una teoría para mí, porque no lo estoy viviendo, pero para ellas quiero que sea una realidad.”, concluye.

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