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Mariana Gabarrot: "A las mujeres nos invitaron tarde a la fiesta del poder"

La especialista en género del TEC de Monterrey explica porqué, aunque ahora existan más mujeres en espacios de decisión públicos y privados, aún hay grandes brechas por cerrar.
mar 02 julio 2024 05:36 AM
Mariana Gabarrot, autora de "El ABC del género"
Mariana Gabarrot, autora de "El ABC del género"

Desde hace algunos años, las cuotas de género nos aseguran la representación femenina en ciertos espacios de decisión. Pero el hecho de tomar solo el indicador cuantitativo como métrica de éxito perjudica más de lo que beneficia a la inclusión de la mujer, porque puede ser interpretado como que “ya logramos el objetivo” y no hay nada más por hacer, cuando el realidad ese es solo el principio de un camino en el que se ponen en juego muchos otros factores.

Uno de ellos es contemplar que el hecho de que ahora estemos en estas cuatro paredes no significa en sí mismo que seamos escuchadas de la misma manera en la que lo son los hombres. Y que tengamos las mismas oportunidades de networking, de inversiones, o incluso de sueldos.

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Para desgranar esta situación y ofrecer una visión, como la exclusión de las mujeres en los espacios públicos, ha influido en la estructura de poder actual, Mariana Gabarrot, Doctora en Estudios sobre Corporalidades y Género, Sociología y Geopolítica y docente del Seminario de Feminismos y Perspectiva de Género del TEC de Monterrey, aborda en su libro “El ABC del género” las diferentes aristas del problema y vislumbra algunas respuestas posibles.

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Una de las ideas centrales de tu libro es que a las mujeres "nos invitaron tarde a la fiesta del poder". ¿Podrías explicarnos un poco más sobre esta expresión?

-Esta metáfora surgió de la necesidad de explicar de manera sencilla por qué las mujeres no han podido ejercer el poder de la misma manera que los hombres. Históricamente, hemos sido excluidas del espacio público, y aunque ahora se nos otorguen oportunidades, estamos llegando a un lugar donde las reglas y dinámicas ya están establecidas desde hace años. Es como llegar tarde a una junta y tener que ponerse al corriente rápidamente. Esta situación ilustra una desigualdad histórica que va más allá de la falta de capacidad o de ganas, y que tiene mucho más que ver con la experiencia de estar en el poder y los espacios y conexiones que ese hecho mismo genera.

¿Cuáles son las principales resistencias que encuentras cuando hablas de igualdad de género y medidas específicas para mujeres?

-La primera resistencia es la negación de que existen desigualdades estructurales. Muchas personas creen que si las mujeres no ocupan ciertos puestos de liderazgo, es porque les falta capacidad, ignorando que la estructura misma de las instituciones puede ser machista. Otra resistencia es la oposición a programas y espacios exclusivos para mujeres, argumentando que también deben incluirse a los hombres, lo cual muchas veces ignora las desventajas históricas que enfrentamos las mujeres.

¿Qué crees que causa el miedo a la creación de espacios exclusivos para mujeres?

-Pienso que el miedo radica en la posibilidad de que las mujeres encuentren referentes en otras mujeres y no en modelos masculinos de éxito. La existencia de grupos de mujeres que se apoyan mutuamente desafía la noción de que siempre debe haber una figura masculina validando lo que hacemos. Esto es amenazante para el sistema patriarcal, que se sustenta en la necesidad de que haya una figura masculina legitimando las acciones de las mujeres.

¿Cómo podemos comenzar a cambiar la mentalidad de la sociedad respecto a la violencia de género y otros temas cruciales para la igualdad?

-Lo primero es un cambio en el juicio social. Necesitamos que la sociedad juzgue a los agresores y exija justicia. Esto implica una transformación profunda en cómo vemos y tratamos la violencia de género. La impunidad es un gran problema, pero si la sociedad no se indigna y exige justicia, es difícil que haya un cambio real. Además, necesitamos políticas de Estado que promuevan la igualdad en todos los aspectos, desde la educación hasta el acceso a la justicia.

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¿Cuál es el rol de la representación de las mujeres en los medios y la cultura en general en este cambio de mentalidad?

-La representación es crucial porque crea y refleja la realidad. Las películas, las noticias y las redes sociales juegan un papel fundamental en cómo se percibe a las mujeres y sus roles. Si cambiamos las representaciones, podemos cambiar la realidad. Por ejemplo, es importante cuestionar y cambiar cómo se cubren las marchas feministas en los medios, que muchas veces se enfocan en el vandalismo y no en las demandas legítimas de las mujeres.

¿Cómo podemos abordar la cuestión de los cuidados y la maternidad para avanzar hacia la igualdad?

-Necesitamos un cambio en la percepción de los roles de género desde la niñez. Es importante que los niños aprendan a cuidar desde pequeños, no solo las niñas. También debemos trabajar con el sistema educativo y las familias para cambiar las normas y expectativas sociales. Por ejemplo, implementar políticas que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados entre hombres y mujeres es fundamental para que las mujeres puedan competir en igualdad de condiciones en todos los ámbitos.

¿Crees que las nuevas generaciones están más conscientes de las desigualdades de género y las diversidades?

-Sí, veo a jóvenes muy politizados y conscientes de los discursos de igualdad. Sin embargo, también hay una polarización que preocupa. No podemos cargar toda la responsabilidad del cambio en las nuevas generaciones; es un trabajo intergeneracional. Debemos hacer esfuerzos hoy para que quienes vienen encuentren un mundo más justo y equitativo.

En términos de violencia de género, ¿México tiene una situación especial comparada con otros países de América Latina?

-México tiene uno de los niveles más altos de feminicidios y violencia de género, lo cual está ligado a la impunidad, el crimen organizado y la corrupción. Aunque toda América Latina enfrenta estos problemas, en México se han articulado de una manera muy particular que ha exacerbado la violencia social.

¿Cuál es tu historia con el feminismo y cómo llegaste a articular tus ideas y militancia?

-Mi encuentro con el feminismo fue en la universidad, como docente y académica. Empecé a trabajar temas de género y desigualdades con mis estudiantes, lo que visibilizó muchas injusticias. Mi propia experiencia como migrante y mujer en espacios tradicionalmente masculinos también me hizo consciente de las desigualdades. El feminismo me permitió articular un pensamiento y una lucha por la justicia social que va más allá de otras teorías.

¿Crees que si el feminismo logra determinadas batallas, esto atraerá beneficios para otras diversidades?

-Sí, el futuro será feminista o no será. El feminismo lucha por la justicia social de manera interseccional, incluyendo a todas las diversidades. Es una propuesta que busca desmontar estructuras de poder injustas, no solo para las mujeres, sino para todas las personas oprimidas.

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