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Las mujeres y la depresión: ¿por qué somos las más afectadas?

La depresión afecta 19.5% del total de la población femenina en México, de acuerdo con cifras de Inegi de 2021.
lun 17 enero 2022 09:24 AM
Las mujeres y la depresión: ¿por qué somos las más afectadas?
Las mujeres y la depresión: ¿por qué somos las más afectadas?

Ser mujer implica tener más probabilidades de padecer depresión que los hombres, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones de salud mental como Mayo Clinic, que también opera en México.

La proporción es de 5.1% para mujeres mientras que para los hombres sólo es de 3.6%, es decir, mientras 2,095 millones de hombres padecieron depresión, fueron 4,95 millones de mujeres que presentaron el mismo problema en 2019.

Existen factores biológicos que condicionan el nivel de incidencia de depresión en las mujeres, pero hay otros sociales que funcionan como un catalizador para que ellas desarrollen cuadros de depresión.

La influencia biológica es un punto de partida para comprender estos padecimientos que afectan a 19.5% de las mujeres en México, según cifras de la primera Encuesta Nacional de Bienestar del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), realizada el año pasado.

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“Sí hay una base genética para pensar que las mujeres tienen mayor predisposición a la depresión que los hombres, es un hecho sustentado en numerosos estudios clínicos”, dice la psiquiatra Ada Mendoza Beivide.

Para la experta, es primordial considerar y atajar todos los factores orgánicos que pueden provocar, en primera instancia, sentimientos negativos, tales como una descompensación hormonal: una reducción de estrógenos, que deriva en una posterior disminución en los niveles de serotonina, un neurotransmisor relacionado con el manejo de las emociones.

Mendoza explica que estos cambios pueden ser provocados por enfermedades hereditarias que tienen que ver con las hormonas, como hipotiroidismo, o simplemente por los ciclos mensuales que las mujeres tienen a lo largo de su vida.

No obstante, advierte que dos semanas con un mismo estado de ánimo con tendencia a la tristeza es una señal de alarma de que una persona puede requerir algún tipo de contención psicológica.

La genética no determina por completo el carácter o estado de ánimo de una mujer, de acuerdo con Mendoza, quien también señala a los problemas de pareja, las carencias económicas y situaciones de violencia familiar como detonadores de cuadros de depresión.

“Yo creo que estuve deprimida cuatro años (de los 18 a los 22). Me di cuenta porque dejé de estarlo cuando mi ex se fue del país, fue cuando supe que no era normal pensar todos los días que todo estaba mal ni llorar diario”, cuenta Paulina G. Santana.

En su caso, la partida de su expareja provocó en ella un nuevo estado de tranquilidad y calma que no había sentido estando con él. Y pudo identificarla porque, por cuatro años, su vida no tuvo un día sin tristeza ni irritabilidad en un nivel que no había experimentado antes.

Santana no tuvo ayuda terapéutica. “Aprendí a sobrellevarlo en compañía de mis familiares y amigos, salí muchísimo y me divertí, pero la parte negativa es que muy joven desarrollé un grado de alcoholismo que me ayudó a sobrellevar todo”, dice.

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Por su parte, Alejandra Ortiz, psicoanalista, escritora y miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México, señala otros factores biológicos que son considerados de riesgo para que una mujer tenga depresión como el embarazo, el postparto y la menopausia. Sin embargo, explica que otros factores sociales como los roles de género incrementan las posibilidades de que las mujeres padezcan, en lugar de experimentar, estos episodios.

“Hay una exigencia a las mujeres de ser perfectas en todo lo que se hace. Si una mujer decide ser madre antes que trabajar, hace mal; pero también hace mal la que se va a trabajar y deja a sus hijos. Hay gente que no cree que exista la depresión postparto y que sólo son madres que no tienen ‘buen corazón’”, afirma.

Los juicios sobre la imagen del cuerpo de una mujer también son demoledores, explica: la edad, un embarazo, subir de peso, no tener un cuerpo atlético. Pero también lo es lo que la mujer puede hacer o no con su cuerpo: embararzarse, interrumpir un embarazo, tomar o hacer ejercicio, lo que sea, todo reflejado en lo que la experta considera “el cuerpo de la sociedad”.

“Es como si nuestro cuerpo no fuera nuestro, sino de todos los que se sienten con el derecho de opinar sobre él”, detalla Ortiz.

Menciona también la posición en que una mujer se ha visto a obligada a elegir entre muchas opciones, dejando al último sus propias necesidades, porque el sistema no se hace cargo de las labores de cuidado y de gestionar una atención general a la salud mental de la población en general.

“Es un hecho que en terapia, todos los profesionales en psicología o psiquiatría siempre tenemos a más pacientes mujeres que hombres, porque estos no están acostumbrados ni dispuestos a hablar de sus emociones”, dice Ortiz.

Y Mendoza coincide: socialmente es más aceptable que una mujer verbalice sus emociones en público a que lo haga un hombre.

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¿El personal dedicado a la salud mental está preparado para atender a las mujeres?

La principal razón por la que Paulina G. no recibió atención médica fue porque ella deliberadamente decidió que fuera así. "No confío en los tratamientos médicos, ni en las personas que los imparten, porque no quitan su perspectiva juiciosa o dogmática", cuestiona sobre la falta de perspectiva de género de psiquiatras y también en un uso que considera indiscriminado de fármacos. Este juicio lo emite desde su propia preparación como psicóloga comunitaria.

En el punto más agudo de su forma de beber, fue a una psicoanalista que la hizo sentir culpable de las decisiones que ella tomaba a su edad. "Fue la primera y última vez que fui con ella o con alguien más".

Adriana Ortiz admite que es común encontrarse con colegas cuya formación académica es más fuerte que su preparación desde una perspectiva humanista y con perspectiva de las distintas causas que atraviesan la vida de las mujeres, como el género o la clase.

Para Mónica Herranz, psicóloga y psicoterapeuta, si una mujer presenta un grado grave de depresión, es complicado que solicite ayuda. Pero cuando una depresión es tratada a tiempo es muy manejable.

Sobre el acceso a servicios de salud mental, afirma que también persiste la falsa creencia de que recibir atención psicológica es poco accesible, pero existen instituciones privadas o públicas que brindan servicios gratuitos, como el Fray Bernardino, o con tarifas asequibles.

"Y así como pedimos recomendaciones para otros asuntos en la vida, busquen al profesional que les convenza y que tenga la acreditación necesaria para tratar la depresión", afirma sobre el experiencia de algunas personas que se alejan de los médicos especializados en psiquiatría o psicólogos, por haber llegado con una persona sin preparación.

"A veces no se hace click con el psicólogo y es normal que no suceda desde el principio, pero se puede encontrar la persona que más cómoda haga sentir a una mujer por su forma de trabajo, técnicas y perspectiva de la vida", dice.

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