“Sí hay una base genética para pensar que las mujeres tienen mayor predisposición a la depresión que los hombres, es un hecho sustentado en numerosos estudios clínicos”, dice la psiquiatra Ada Mendoza Beivide.
Para la experta, es primordial considerar y atajar todos los factores orgánicos que pueden provocar, en primera instancia, sentimientos negativos, tales como una descompensación hormonal: una reducción de estrógenos, que deriva en una posterior disminución en los niveles de serotonina, un neurotransmisor relacionado con el manejo de las emociones.
Mendoza explica que estos cambios pueden ser provocados por enfermedades hereditarias que tienen que ver con las hormonas, como hipotiroidismo, o simplemente por los ciclos mensuales que las mujeres tienen a lo largo de su vida.
No obstante, advierte que dos semanas con un mismo estado de ánimo con tendencia a la tristeza es una señal de alarma de que una persona puede requerir algún tipo de contención psicológica.
La genética no determina por completo el carácter o estado de ánimo de una mujer, de acuerdo con Mendoza, quien también señala a los problemas de pareja, las carencias económicas y situaciones de violencia familiar como detonadores de cuadros de depresión.
“Yo creo que estuve deprimida cuatro años (de los 18 a los 22). Me di cuenta porque dejé de estarlo cuando mi ex se fue del país, fue cuando supe que no era normal pensar todos los días que todo estaba mal ni llorar diario”, cuenta Paulina G. Santana.
En su caso, la partida de su expareja provocó en ella un nuevo estado de tranquilidad y calma que no había sentido estando con él. Y pudo identificarla porque, por cuatro años, su vida no tuvo un día sin tristeza ni irritabilidad en un nivel que no había experimentado antes.
Santana no tuvo ayuda terapéutica. “Aprendí a sobrellevarlo en compañía de mis familiares y amigos, salí muchísimo y me divertí, pero la parte negativa es que muy joven desarrollé un grado de alcoholismo que me ayudó a sobrellevar todo”, dice.