Las armas de fuego llegan a los hogares
Aunque las armas lleguen como equipo para militares, terminan en grupos delictivos o en casas particulares. “Este contexto de violencia armada ya no sólo es por enfrentamientos de grupos delincuentes o fuerza pública, sino que esos actores están usándolas para atacar a sus parejas”, comenta Geras Contreras, oficial de Políticas Públicas de EQUIS Justicia.
Uno de los propósitos de “
Violencia de género con armas de fuego en México
”, según explica Contreras, es dejar claro el carácter relacional de las armas y lo expansiva que puede ser su acción dentro de una sociedad donde están prohibidas.
“Encuentras mujeres que dicen: ‘es que no lo dejo porque él tiene un arma debajo de la cama; no lo dejo porque anda trabajando para la mafia y tiene armas en la casa, armas grandes’… Por supuesto que ha incidido en el índice de violencia el acceso a las armas, es fácil apropiarse de una… y que ‘porque me engañó o me dejó’, fácil se les hace disparar. ¡Y claro que tienen que ver las armas!, ¡por supuesto!, cuando las matan de un golpe pues gritan, quizás alguien se da cuenta, llaman… pero cuando tienen el acceso al arma… ya nada puede ser igual”, dice Susana Castro, defensora de niñas y niños huérfanos de madres asesinadas en Acapulco, Guerrero, en el documento.
Un hallazgo es que en el contexto y perfil de los agresores influye el tipo de arma que utilizan, siendo más comunes las agresiones perpetradas por sujetos vinculados con la criminalidad y son mandos medios o altos que tienen acceso a armas largas; quienes se dedican al narcomenudeo o son eslabón débil de la cadena de criminalidad que poseen armas pequeñas.
En paralelo al aumento de feminicidios van las llamadas de auxilio y la atención de los centros de refugio para mujeres víctimas de violencia doméstica, pues un arma no sólo actúa directamente en un hogar, sino en los de otras mujeres que saben que amigos o colegas de sus parejas las poseen.
“Es difícil deslindar la violencia contra las mujeres del proceso de militarización del país”, dice Georgina Jiménez, directora de Contenido en Data Cívica. “En los
nuevos resultados
del Inegi salió una cosa terrible (la modalidad) de ‘muerte en casa con armas de fuego’. Pensábamos en un contexto de pandemia, como parte del incremento de violencia doméstica, pero que ésta sea con una pistola es aún más preocupante. Nos deja ver que ya las armas de fuego están por todos lados”.
Los cambios de gobiernos y estrategias tampoco han sido una solución. A partir de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado especial interés en la militarización de la seguridad pública, como ejemplo, la creación de la Guardia Nacional. En contraste, señala el estudio, han disminuido los recursos destinados a la prevención y atención de la violencia contra las mujeres y se han recortado recursos para los centros de investigación en la materia.
“Le estamos entregando cada vez más armas a la Policía y al Ejército, pero no se está cuidando lo que hacen con ellas”, asegura Geras Contreras. En este contexto de violencia armada ya no sólo es por enfrentamientos de grupos delincuentes o fuerza pública, sino que esos actores están usándolas para atacar a sus parejas.
El odio a la comunidad LGBT+ y las armas de fuego
“Ahora nuestra venganza será ser felices”, señala Kenya Cuevas, activista por los derechos de la población LGBT+ y trabajadoras sexuales y quien participó en el estudio “
Violencia de género con armas de fuego en México
”.
Cuevas es sobreviviente de violencia y reafirmó su activismo luego de que asesinaran con un disparo a Paola, una amiga que la acompañaba ejerciendo el trabajo sexual en Ciudad de México.
A raíz de esa pérdida relacionada con armas de fuego fundó la Casa Hogar “Paola Buenrostro” (Casa de las Muñecas Tiresias), el primer refugio para mujeres trans de México. Su labor ahora es hacer que a quienes recibe tengan una vida digna y puedan ser felices siendo quienes son.
La población de mujeres trans que se dedica al trabajo sexual es la más precarizada y la más vulnerable. Los registros de crímenes de odio recabados en el estudio indican que seis de cada 10 han sido asesinadas a mano armada, y en casi la mitad de los casos sus cuerpos han sido encontrados expuestos en la vía pública.
#QuéPasóCon el transfeminicidio de Paola Buenrostro en la CDMX
“Nos llamó la atención el efecto diferenciado que tienen las armas contra las mujeres trans y cómo, en comparación con las mujeres cisgénero, se exacerba la violencia armada y en la vía pública, lo cual está más relacionado con crímenes de odio”, explica Geras Contreras.
Al intentar recabar datos específicos de la población LGBT+, no se encontró en la información pública oficial un registro sistematizado de las agresiones y violencia sufrida, por lo que para el estudio se recuperaron ejercicios desarrollados por la organización Letra S para identificar a las personas con identidades de género diversas que han sido asesinadas con arma de fuego entre 2017 y 2019.
Con los hallazgos, el estudio se permite afirmar que “el Estado mexicano no ha hecho suficientes esfuerzos para impulsar y establecer una política que condene la violencia de género hacia las mujeres y la diversidad de identidades de género, ya que la violencia letal contra estas poblaciones ha ido en aumento a lo largo del tiempo, incluso privilegiando el uso de armas de fuego durante tales eventos”.
En otro apartado del estudio, hay sugerencias de lo que el Estado puede hacer en políticas públicas y acciones afirmativas para frenar la militarización y controlar el flujo de armas. Destacan además los esfuerzos de la sociedad civil para realizar desarmes voluntarios con una perspectiva de cuidados. A la par, las personas entrevistadas explican que este es un tema que les gustaría que los movimientos feministas adoptaran para generar medidas de prevención.
“Nos gustaría que el tema esté sobre la mesa, existe gente muy enfocada en el tema de armas, pero no con el enfoque de género”, asegura Adriana E. Ortega. “Quisiéramos que hubiera muchísimo mejores controles de armas, que se gobernara mejor sobre su disponibilidad. El hecho de que estén aumentando los homicidios de mujeres con armas de fuego jala a pensar el peligro sobre esa disponibilidad”, añade Georgina Jiménez.
Este estudio, explican ambas, es una invitación a entender mejor cómo todo tipo de violencia es hasta cierto punto patriarcal y en México está escalando, lo cual no es compatible con el ideal de que las mujeres sean libres y seguras.