Los días de confinamiento y un mercado creciente de personas que quieren mejorar sus hogares la llevaron a fundar Talachas Girl, que ahora es un referente en
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porque llama a otras a hacer trabajos masculinizados. En sus historias o en sus transmisiones en vivo, se le puede ver arreglando un lavabo, cambiando instalaciones de gas o resanando paredes.
La intención no es “presumir”, explica Brauer, sino normalizar que las mujeres saben y pueden aprender a hacer "talachas". Al introducirse en un ambiente tradicionalmente masculino, Talachas Girl no intenta sofisticar la ocupación, sino crear ambientes laborales más incluyentes, horizontales, de trato digno.
Una larga historia de segregación laboral
Aunque estamos en la segunda década del siglo XXI, aun en las zonas más urbanizadas de México se observa la llamada segregación del trabajo por sexo. En términos más coloquiales, son aquellas reglas no escritas pero sí establecidas en una sociedad donde se piensa que hay trabajos que sólo deben hacer las mujeres y trabajos que son sólo para hombres.
“Esta segregación tiene su raíz en la división sexual del trabajo. Las mujeres en muchas sociedades han sido relegadas al trabajo del hogar, de cuidados, a la vida privada. Al integrarse al mercado laboral, los lugares donde se comienzan a emplear tienen que ver con esas actividades que ya hacían. Empieza a haber una segregación que forma espacios masculinos y femeninos”, explica Ana Escoto, sociodemógrafa.
Leslie Lemus, doctora en ciencia social especializada en sociología del trabajo y los mercados laborales, añade que a este fenómeno también se le conoce como división sexual del trabajo. “A partir de la segunda mitad del siglo XX, las mujeres se vieron obligadas a salir al mercado laboral, algunas se vieron forzadas a hacerlo por crisis económicas, por la necesidad de un ingreso único en las familias monomaternales o por simple necesidad de autonomía”.
No obstante, la urgencia o las condiciones económicas no han sido las únicas razones, pues elegir una ocupación y no otra, lo cual refuerza esa segregación del trabajo, “también se da por una decisión personal”, asegura Lemus.
Alejandra y las chicas que han pasado por Talachas Girl han decidido empezar a borrar esa tradición. “En mis trabajos he sufrido discriminación por ser mujer, por ser joven y por ser morena. Yo siempre quise ser residente de obra o recibir los materiales en las obras, ya de plano almacenista, pero no lo logré. Me dieron otros puestos, incluso con muy buen sueldo, pero a mí lo que me gusta es ‘meter las manos’, yo soy así, de hacer las cosas por mí misma”, dice la fundadora de esta agrupación.
Ella empezó al revés, explica, pues primero conoció la teoría de las reparaciones y después aprendió la práctica. Y aunque se siente orgullosa de este proyecto, reconoce que le alegra no estar sola: “Yo sé que no soy la única mujer en este giro. Tal vez soy más conocida, pero eso es por mis privilegios, por haber podido estudiar, por tener un teléfono, por saber usar las redes sociales”.