La organización Women’s Law define la violencia económica como una forma de violencia doméstica que incluye acciones como la retención o el robo de dinero y la restricción del uso de los recursos económicos.
“Cuando los roles de género afectan el control y acceso a los recursos y reducen la capacidad de las mujeres para actuar y tomar decisiones, se incrementa su vulnerabilidad a la violencia, incrementando la brecha de desigualdad de género y económica”, señala por su parte la organización Oxfam México .
En la experiencia de Elia Orrantia, en todos los casos de mujeres que llegan al refugio tras ser agredidas —ya sea física, sexual o psicológicamente—, hay también alguna manifestación de violencia económica.
“La más visible es cuando agresores las privan de oportunidades laborales, formales o informales, por presencia de celos, o por establecer un dominio, y no las dejan trabajar, aunque no tengan ni para alimentos o medicinas de los hijos”
Otra práctica común de los agresores consiste en sacar créditos o préstamos a nombre de sus parejas. Cuando finalmente ellas logran huir, se quedan endeudadas.
“La violencia económica es la mejor manera en que el agresor puede garantizar su dominio. Ellas muchas veces no tienen dinero ni para hacer una llamada ni para tomar un autobús si tienen que salir huyendo”, agrega la activista, quien desde 2003 se dedica a ayudar a mujeres violentadas de diversas formas.
El refugio Sin Violencia, que pertenece a la Red Nacional de Refugios, cubre todas las necesidades de las mujeres agredidas en su hogar. Pero además busca que ellas sean capaces de garantizar su independencia financiera, pues una de las principales razones por las que permanecen con el agresor es la dependencia económica.
Elia Orrantia cuenta que su organización mantiene convenios con distintas empresas –entre ellas varias maquiladoras–, que contratan a las mujeres una vez que salen del refugio. También menciona que Sin Violencia ha sido beneficiaria del programa Spotlight de ONU Mujeres, el cual otorga transferencias directas de tres mil pesos durante tres meses a las egresadas.
“Es una iniciativa para replicar, porque las mujeres al salir del refugio tienen un trabajo formal pero también un apoyo extra”, señala Orrantia Cárdenas, quien considera que hacen falta más apoyos gubernamentales de este tipo para que las egresadas de los refugios puedan recuperar su autonomía y sacar adelante a sus familias.