Acciones por la crianza compartida
La responsabilidad compartida en la crianza ya se considera un problema público que debe resolverse a través de la eliminación de los roles de género, así como con la implementación de políticas públicas que ayuden a solucionarlo.
A finales de 2020, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) elaboró el
Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad) 2020-2024
, donde la crianza compartida forma parte del segundo objetivo prioritario a trabajar en el país que es generar las condiciones para reconocer, reducir y redistribuir los trabajos domésticos y de cuidados de las personas entre las familias, el Estado, la comunidad y el sector privado.
Se busca implementar modelos de crianza inclusivos, no violentos, con enfoque de derechos humanos, favorables a la cultura de paz, con énfasis en un principio de masculinidades no hegemónicas.
Ese mismo año,
Gendes A.
C.
publicó en conjunto con el Centro de Estudios Legislativos para la Igualdad de Género de Ciudad de México
Hacia la vivencia permanente de una paternidad integral en México
, un estudio en el que se reflexiona sobre la manera de paternar y se cuestiona la figura del padre proveedor; la dinámica familiar, el poco involucramiento en el ámbito doméstico y la crianza de las hijas e hijos.
“La política pública destinada a crear imaginarios respetuosos e igualitarios en los hombres debe incluir muy diversos medios y estrategias, además de enfatizar aspectos preventivos. Los cambios legislativos son importantes, aunque deben acompañarse de otro tipo de medidas (con presupuesto suficiente), a fin de imprimir un enfoque de integralidad en las acciones para así obtener más y mejores impactos”, concluye el estudio.
El artículo 18 de la
Convención sobre los Derechos del Niño
, ratificado por México en 1990, sostiene que los Estados deben “garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza (…)”.
Por su parte, Elia Orrantia, directora de Sin Violencia A. C., señala que la crianza compartida debe ser una preocupación a nivel mundial porque los roles asignados también han perjudicado a los hombres. “El machismo y el patriarcado también les han quitado derechos, robado sentimientos y espacios”, señala.
En el sistema patriarcal, el padre ha sido una figura de autoridad sin importar el paso de los años. Por ello, Elia Orrantia ve que el cambio está en las futuras generaciones que trabajan en su deconstrucción: “buscamos que aprendan o reaprendan una nueva forma de vivir su masculinidad, aprendiendo que el ser sensible, empático, sereno no les quita ninguna parte de esa masculinidad. Cuando trabajas desde temprana edad, de principio hay una resistencia, pero al final es liberador”, afirma.
Trabajar en la crianza compartida no sólo abona al respeto de los derechos de las hijas e hijos, sino a los de madres y padres. Y mientras las políticas públicas por parte del gobierno se concretan, ya existen organizaciones que ofrecen talleres, como Sin Violencia A. C.
A pesar de las acciones y avances por la crianza compartida, como cuando se logran obtener las licencias de paternidad, muchos papás no quieren tomar este derecho laboral al vivir en una cultura machista, por lo que para lograr que la crianza compartida sea efectiva se necesita un cambio cultural profundo que conduzca hacia una sociedad más igualitaria.