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México alberga el Foro Generación Igualdad de la ONU con muchos pendientes

Del 29 al 31 de marzo, el foro que copatrocinan los gobiernos de México y Francia recibirá a miembros de la sociedad civil, sector privado y público a favor de la igualdad de género.
mié 24 marzo 2021 05:00 AM
Belen Sanz, representante de ONU Mujeres en México.

Sólo 20 días separan al Día Internacional de la Mujer del inicio del Foro Generación Igualdad, en el que México albergará a 92 representantes de 24 países miembros de la Organización de las Naciones Unidos (ONU) y organizaciones civiles y del sector privado para acordar acciones que aceleren los procesos de reivindicación en materia de igualdad de género.

Del 29 al 31 de marzo, estas denominadas 'Coaliciones de Acción' responderán al llamado de ONU Mujeres, que copatrocinan los gobiernos de México y Francia en asociación con la juventud y la sociedad civil.

En entrevista con Expansión, Belén Sánz, representante de ONU Mujeres en México, explica que cada líder asumirá un compromiso de cinco años con la acción catalizadora y la implementación para la igualdad de género.

“Este foro es la oportunidad de sentar a una multiplicidad de actores, gobierno, sector privado, universidades, medios, organización civil. Además, tenemos que revisar cómo hemos implementado estas iniciativas y metas que nos trazamos hace 26 años en la Conferencia de Beijing”, dice Sánz en referencia a los acuerdos mundiales adquiridos en 1995 para garantizar la igualdad de las mujeres y los hombres tanto en las leyes como en la práctica.

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Las mesas de trabajo se dividirán en siete coaliciones de acción. “Se espera que las empresas se muestren dispuestas a invertir en medidas concretas que impulsen una transformación de fondo, que la organización civil proponga un diálogo crítico así como toda la escucha por parte del gobierno que tiene en sus manos la posibilidad de legislar para eliminar la violencia de género”, dijo.

Sobre los mecanismos de rendición de cuentas, asegura que se hará una revisión anual de los compromisos.

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Por su parte, Nadie Gasman, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) se enorgullece de que México “tenga una larga tradición a favor de los derechos de las mujeres”.

Sin embargo, en entrevista apunta que que con la irrupción la pandemia en México quedó claro que el sistema que nos sostiene está mal distribuido: desde el tema de la sobrecarga en las mujeres de las labores no remuneradas de cuidados, ala pérdida de empleos y el incremento en los índices de violencia intrafamiliar.

“En el foro, la justicia y los temas económicos será discusiones centrales, sobre todo, para el desarrollo y fortalecimiento de los sistemas nacionales de cuidado, pero también para delinear pautas para la recuperación económica”, afirma.

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Gasman espera que las empresas y gobiernos entiendan que la igualdad de género es un tema de inversión y no un gasto pues, asegura, reditúa a la sociedad en términos de una mayor recaudación, más trabajos formales y mejor pagados u opciones de cuidado.

Sin embargo, México recibe a esta pléyade de activistas a favor de los derechos de las mujeres en circunstancias no tan favorecedoras para ellas.

El informe 'Madres Trabajadoras y COVID-19: Efectos de la pandemia en circunstancias de teletrabajo en México', elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, muestra cifras que reflejan el largo trecho que aún falta recorrer en el país. La participación de las mujeres en el mercado laboral fue de 44.9% durante 2020, mientras que la de hombres fue de 76.4%.

El estudio atribuye a esta discrepancia principalmente a que las mujeres, debido a roles y estereotipos de género, son consideradas como las principales encargadas de las responsabilidades familiares y domésticas, lo cual limita su participación en el mercado laboral y su autonomía económica, además de reproducir prácticas discriminatorias y de violencia simbólica en los centros de trabajo. Como muestra, 37.3% de las mujeres están de acuerdo con que ellas se deben hacer cargo del cuidado de las hijas y los hijos, así como de las personas enfermas y ancianas, de acuerdo con cifras recogidas por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) en 2016.

“La crisis por COVID-19 impactó repentinamente la forma en que se organizan el trabajo, la educación y los cuidados. Las desigualdades y obstáculos a los que ya se enfrentaban las mujeres en estos ámbitos se acentuaron en el contexto de la pandemia a partir de las medidas para enfrentar la emergencia sanitaria”, advierte el estudio.

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A partir de su análisis, el programa encargado del estudio plantea cuatro problemas principales relativos al trabajo no remunerado y labores de cuidados que si bien ya existían, sólo se agravaron en el contexto de la emergencia sanitaria:

- Que las labores de cuidados se pretendan resolver con medidas temporales y no idóneas en el ámbito individual, es decir, dentro de cada familia ante la invisibilidad política y la omisión del Estado para integrar mecanismos de corresponsabilidad social.

- Que estas labores domésticas y de cuidados no se distribuyen equitativamente entre hombres y mujeres.

- La inflexibilidad para combinar el trabajo remunerado y las labores de cuidados, dentro del hogar ni por parte de los centros de trabajo y del Estado.

- La falta de una cultura colectiva sobre la caracterización y la asignación de valores cuantitativos de las labores de cuidado: cuáles son, qué implican en cuanto a recursos, tiempo, costo social e individual.

Aun con ese contexto, Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, confía en que la variedad de socios en las Coaliciones de Acción aporte nueva fuerza y ​​energía.

“En combinación a través de edades y sectores, estas son fuerzas que pueden romper las antiguas limitaciones contra las que las mujeres han luchado durante demasiado tiempo”, dice.

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